martes, julio 22, 2014

'El lobo detrás de la puerta', el lado más brutal de la vida

Hay algo de brutal en la vida que muestra El lobo detrás de la puerta. Algo descarnado. Pero a la vez increíblemente realista. Ahí se ancla el éxito de la película, la primera que dirige el brasileño Fernando Coimbra, hasta convertirse en un thriller casi modélico, envolvente, con una estructura  magnética y, aún con sus defectos, una película fascinante y con una marcada identidad propia. Eso es justo lo que hace de este un filme uno especial, porque la temática (una madre va a buscar a su hija al colegio sólo para descubrir que la profesora se la ha entregado a otra mujer que decía ser amiga suya y que conocía a la niña; rápidamente se encuentra a una sospechosa del secuestro y a partir de ahí se narra la historia del matrimonio protagonista y de la detenida) recuerda a la de otras películas de intriga de muy distintas procedencias que han llegado a los cines en las últimas décadas pero da juego como para crearle una identidad propia. Y Coimbra, también autor del guión, sabe jugar.

La forma en la que el director aborda una temática tan compleja es desde un entorno real más que realista. Prescinde por completo de artificios en todos los terrenos. Dentro de la historia, el matrimonio que forman Bernardo (Milhem Cortaz) y Sylvia (Fabiula Nascimento) es el de dos personas normales, con sus flaquezas y sus virtudes, lejos de las bellezas imposibles habituales del cine norteamericano y de las grandes estrellas del celuloide. Rosa (Leandra Leal, el descubrimiento más asombroso de la película por la extraordinaria forma en la que se mueve en un amplísimo espectro emocional) es una belleza, es la tentación carnal del relato, pero, de nuevo, real y alcanzable. El triángulo que forman en torno a la desaparición de la niña, y que no se aclara hasta el cuarto de hora final es turbio, va traspasando todos los límites de la moral, de la ética y de la costumbre. Y por eso mismo, fascina, porque no se sabe hasta dónde va a llegar.

Pero la ausencia de artificios de la película no se detiene ahí. La forma de rodar de Coimbra se arroga esa condición con una tremenda facilidad. Con planos largos que no hacen sino acrecentar la tensión (impresionante el momento en el que Bernardo descubre que Rosa ha ido a ver a su mujer), con una gran habilidad para que la cámara esté posicionada siempre en el ángulo correcto, es difícil no sentirse dentro de la película, con la piel de gallina con los momentos más crudos. Quizá los mayores problemas que se le puedan achacar a la película están en que el crudo final pierde algo de impacto al quedar demasiado claro cuál va a ser unos pocos minutos antes de que acontezca y que hay sobre todo un personaje, el policía que conduce los interrogatorios, que parece algo desaprovechado viendo los fantásticos diálogos que tiene en el primer tercio de película. Pero acaban siendo detalles menores viendo el brutal y desasosegante final del filme.

El lobo detrás de la puerta es una espléndida muestra de cine brasileño (el escenario de Río de Janeiro acaba colaborando de forma esencial al tono de la película y en especial a una escena clave, la de la llamada de teléfono), un thriller contundente y sin concesiones. Ahí es donde empieza a generar la película una compenetración salvaje con el espectador, en que no edulcora nada, no suaviza lo que está mostrando. Y eso que muestra es una espiral de decisiones equivocadas colocadas en una estructura cinematográfica demoledora, narrada casi de forma continua como un gran flashback que Coimbra sabe rellenar con sobriedad y dejando buena parte del peso del relato en manos de un reparto brillante. Leandra Leal se suma así a los enormes méritos de la película y deja la sensación de actriz grande, de una larga trayectoria ya tanto en cine como en televisión pero de la que pocas referencias había fuera de Brasil. Pero su nombre y el de Coimbra merecen estar ya apuntados para el futuro.

2 comentarios:

Saramaga dijo...

PUes me apetece un montón! Gracias por descubrírmela. Me la apunto, sin duda.
:-)

Juan Rodríguez Millán dijo...

Saramaga, ha sido un descubrimiento muy, muy interesante. Ya me dirás si la pillas por ahí...