martes, octubre 09, 2012

'Magic Mike', strippers aburridos

La única explicación que encuentro a las últimas películas de Steven Soderbegh es que se ha propuesto rodar las películas más contrapuestas que se encuentre sobre su mesa con tal de convertirse en el director más inclasificable del cine moderno. Magic Mike, como parte de esa aparente estrategia, confirma ese camino. Es una película que carece de todo gancho emocional y que apenas cuenta con dos armas, un reparto solvente y los números de baile de los strippers protagonistas, aunque llega un momento en el que parecen repetitivos y, en realidad, no aportan demasiado al desarrollo de la historia. Bien pensado, es que no hay una gran historia que contar, solo unos cuantos detalles levemente basados al parecer en las experiencias del propio Channing Tatum cuando tenía 19 años, detalles que se van acumulando en la pantalla sin necesidad de que tengan explicaciones coherentes o un hilo conductor. Strippers aburridos que hacen que Magic Mike parezca una versión masculina de El bar Coyote.

El gran atractivo del filme está a la vista: es una película sobre strippers. Verla es asumir esa premisa, que se sitúa por encima de cualquier otra consideración, interés o historia. Es su mundo, es su música, son sus números y es su ambiente. Todo lo demás que llega hasta el resultado final es un relleno para convertir Magic Mike en algo más que una sucesión de canciones con las que los protagonistas se van quitando la ropa ante un público femenino. Se quiere colocar una historia de fondo, la del tipo experto en estas lides (Channing Tatum) que introduce a uno más joven (Alex Pettyfer) al que pretende cuidar del lado más oscuro de este mundo (que no lo consiga del todo es lo que introduce un conflicto tan mínimo que parece realmente irrelevante) y que a la vez se va enamorando de la responsable hermana de este (Cody Horn), que por supuesto no ve con buenos ojos la profesión que ha escogido su hermano para ganar dinero.

De los números musicales se puede extraer la conclusión de que Channing Tatum, al menos, tiene una flexibilidad corporal impactante. Como actor, el protagonista de G. I. Joe está lejos de impresionar, pero al menos la parte física le hace entrar en el papel con solvencia. Lo más interesante, en ese sentido, puede ser un Matthew McConaughey más desatado y sobreactuado que de costumbre, pero su personaje está cargado de tópicos y algún giro difícil de asumir. Solvente, pero poco más, parece el resto de elementos que forman la película. Es evidente que hay buenos bailarines sobre el escenario, aunque eso hace también del todo inverosímil la súbita transformación del segundo personaje protagonista, el de Alex Pettyfer (protagonista de aquel intento de nueva saga juvenil llamado Soy el número cuatro). Y hay solvencia en los secundarios, pero tampoco se les deja demasiado espacio para el desarrollo.

A Magic Mike le falta alma y el interés de la historia es prácticamente inexistente a nivel narrativo. Las motivaciones de los personajes parecen tan vacías como el entorno realista con el que quiere iniciarse la película (el estilo de vida del chico joven o el trabajo de su hermana) y al que renuncia en cuanto ha entrado en materia. Los números erótico-musicales no pueden sostener por si solos una película de 105 minutos. Soderbergh, que parece ser consciente de ello en cuanto recurre al montaje para aligerarlos, se está especializando en los últimos años en crear películas muy distintas las unas de las otras, sí, pero con un elemento en común: el aburrimiento que produce atender a una serie de secuencias sobre un mismo tema que se olvidan con tanta facilidad como la de la película anterior. Y así sucedió con Indomable, Contagio, Che... Sigue siendo un director con muy buena reputación y sus cintas suelen tener críticas muy buenas. Con Magic Mike ha sido así. Obviamente, no comparto ese juicio.

2 comentarios:

Doctora dijo...

Hablábamos de la inexpresividad de Kristen Stewart, pero Channing Tatum tampoco se queda atrás.
Para ver tíos flexibles me busco en Youtube un anuncio de Boomer.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Doctora, no, la verdad es que no se queda nada, nada atrás... Calla, que algún día harán Boomer: La película y tocará verla...