miércoles, febrero 08, 2012

'Los Muppets', nostalgia y reivindicación

Habrá quien vea el cartel de Los Muppets y despreciará el producto en favor de títulos más taquilleros, estrellas más reconocibles o cine más trascendente. No puedo culpar a quien lo haga, pero desde luego no voy a estar de acuerdo. Para mí, y no soy todavía de los que peinan canas precisamente, la nostalgia es un factor a favor de ver una película. Los Muppets, lo que en su día fueron para mí los Teleñecos, forman parte de mi cultura, y eso cuenta. Quizá quien tenga a estos personajes como algo ajeno no entenderá la sonrisa que había en mi cara al salir del cine. Pero es que Los Muppets, y ahí está la sorpresa, es también un ejercicio de reivindicación. De una forma de entretenimiento que estamos olvidando en favor de espectáculos olvidables y de dudosa calidad, de los nombres que perduran en el tiempo y no están sujetos a modas. Y también del musical de comedia más Disney, ese que ya sólo Disney hace de vez en cuando y que sigue siendo tan bonito como la primera vez. No seré yo quien oculte que se lo ha pasado fenomenal con este revival.

Los Muppets es una comedia. Vaya novedad, ¿verdad? No, pero es que es una comedia. Eso que hace reír de verdad, eso que no tiene que estar recurriendo constantemente a la escatología o a las alusiones sexuales para intentar sacar de sus espectadores una carcajada. Hay buen gusto. Hay gracia. Y, claro, hay diversión. Porque eso no se puede negar, estos personajes que el legendario Jim Heson creó en los años 50 del siglo pasado siempre han sabido cómo hacer reír. Por supuesto, hacen reír con lo más clásico de su repertorio, con la batería de Animal, con el Mah na, mah na que todos somos capaces de cantar, con el eterno amor entre Peggy y Gustavo, con los trompazos de Gonzo. Pero esta reaparición de los personajes en la gran pantalla, es nada menos que su novena película, hace reír de muchas más formas, por ejemplo con bromas ácidas a la industria y a la vida de nuestros días, con bromas internas y con cameos divertidísimos (que aparecen listados justo cuando acaban las imágenes).

Hablar de esta forma de hacer reír no es en absoluto algo irrelevante a la hora de valorar Los Muppets. Yo es algo que echo de menos con frecuencia. No me gusta la comedia moderna. No me hace reír. Estos adorables personajes de trapo sí. Y será cine menor, desde luego, porque no tiene grandes pretensiones, ni un artesano detrás de la cámara, tampoco enormes interpretaciones o un inolvidable trabajo de producción en la pantalla. Pero tiene algo de lo que carece la comedia moderna: alma y corazón. Los Muppets, y lo hacen con toda la sinceridad del mundo, alegran antes de hacer reír. Hacen que te sientas como un niño pequeño, embobado frente a la pantalla, entendiendo que las marionetas tienen vida dentro de este particular universo, y después es cuando sueltan la gracia que provoca la risa. James Bobin, director británico de televisión, no podía debutar de mejor forma en la gran pantalla,. No, insisto, con una película inolvidable y digna de aparecer en los manuales de cine. Pero sí con un magnífico producto de entretenimiento que cumple con todo lo que se propone.

La película nos cuenta la historia de dos hermanos. Walter es un Muppet pero no ha crecido como ellos. Los descubrió en televisión y desde entonces se convirtió en su mayor admirador. Gary (Jason Segel) es un hombre, pero por su hermano vive la vida como si fuera un Muppet en todo... salvo en la relación con su novia, Mary (Amy Adams). Para celebrar su décimo aniversario de novios, Gary y Mary deciden irse a conocer Los Angeles, pero se llevan a Walter para que haga realidad su sueño de visitar el estudio de los Muppets. Una vez allí, Walter descubre un inquietante plan de un siniestro empresario (Chris Cooper) que pondrá en peligro la misma existencia de sus ídolos televisivos, y se pondrá manos a la obra para detenerlo. No es, obviamente, una película de actores, sino de marionetas, pero es imposible resistirse a la tentación de alabar una vez más a Amy Adams, una extraordinaria actriz tanto como una perfecta chica Disney, o la diversión que sin duda caracteriza el histriónico papel de villano de Chris Cooper.

Un par de números musicales como sólo Disney los puede hacer ya (y que Amy Adams ya había demostrado que los puede hacer con categoría en Encantada), incontables alusiones directas al modo de hacer una película, la divertida presencia de caras famosas a veces haciendo de sí mismos (como Jack Black, o al divertidísimo momento de Gustavo con Whoopi Goldberg, Selena Gómez, y....) y a veces con personajes de lo más excéntrico y divertido (ojo a la aparición de Alan Arkin o Emily Blunt) y la simple y agradecida presencia de Gustavo, Fozzie, Gonzo, Animal, Peggy y tantos otros hacen de Los Muppets una película entrañable y digna de disfrutarse. Porque, y ese es el mensaje real de la película, los Muppets, entendidos también como metáfora de tantas formas de entretenimiento nacidas en años pasados, no pueden morir, nunca formarán parte del ayer aunque es evidente que sí tienen un hueco mucho más estelar en tiempos pasados que no en estos tristes días que tenemos para tantos cosas. Hablar de nostalgia y diversión define lo que es ver esta película.

1 comentario:

Juan Rodríguez Millán dijo...

C., no te lo aconsejo, pero me lo tomo como un halago, je, je, je...