lunes, febrero 20, 2012

'La amenaza fantasma (3D)': George Lucas, genio y timador

Star Wars es Star Wars y su presencia en el cine obliga a pasar por taquilla, aunque sólo sea como tributo a su papel esencial induscutible en la historia del cine. Con esa frase ya dejo claro que lo que viene a continuación lo ha escrito un admirador incondicional de la epopeya galtáctica de George Lucas, la saga más importante de este noble arte de la cinematografía por derecho propio. Ojo, eso no quiere decir que no vea los puntos débiles de la que seguramente es la entrega más floja de ambas trilogías. Pero George Lucas, aunque pese a muchos, es un genio. Fue uno de los artífices de la transformación del cine en los años 70 y con el nuevo siglo demostró que sigue siendo uno de los creadores de universos de ficción más arriesgados y originales del séptimo arte. Lucas, no obstante y a pesar de todo lo bueno que se pueda y se debe decir de él, es también un timador. Siempre encuentra alguna manera nueva de sacar el dinero a los aficionados de Star Wars y esta conversión al 3D de su Episodio I no es más que eso: un sacacuartos. Pero un sacacuartos que ofrece la gozada de verla otra vez ne le cine.

La tan comentada y discutida técnica del 3D afronta en este año 2012 dos pruebas de fuego para saber si se podrá aplicar a películas de otras épocas. La primera era La amenaza fantasma. La segunda es Titanic. Si George Lucas, dios absoluto de la tecnología aplicada al cine, y James Cameron, impulsor del 3D con Avatar, no son capaces de dar con la tecla, no creo que nadie pueda. Y, de momento, las señales no son esperanzadoras. De Titanic se ve el trailer antes de la proyección de la película... y es un trailer en 2D. Mal asunto. Pero es que La amenaza fantasma tampoco es un avance en sí misma. Es un 3D extraño, que no se acerca en lo más mínimo a los mejores hallazgos del formato, que no hace en ningún momento que el espectador estire la mano para tratar de coger una nave espacial o agacharse para esquivar un golpe de sable de luz, que no da mayor profundidad a planos que en 1999 ya eran lo mejor que podía conseguir la tecnología y que hoy siguen siendo espléndidos. El 3D es bastante superfluo por tanto y un fracaso en toda regla.

Sin embargo, ver La amenaza fantasma en el cine trece años después de su estreno original no es una experiencia baldía, al contrario. Es una delicia por varios motivos. Primero, por ser lo que es, una espléndida película de aventuras y ciencia ficción que supera con crees a la gran mayoría de las películas actuales. Segundo, precisamente por el paso del tiempo. Este Episodio I no ha envejecido nada y sigue mantiendo intactos todos los méritos que exhibió en 1999, que eran muchos más de los que la mayoría le reconoció y le ha reconocido a lo largo de estos años. Es más, ver ahora esta película tendría que hacer reflexionar a industria y espectadores por igual, porque en la última década se han montado fenómenos que, cinematográficamente, no le llegan a la suela de los zapatos a este título que devolvió la magia de la Fuerza a los cines a finales del siglo pasado y que desató las injustificadas iras de algunos. Y una revelación más que curiosa: la gente se ríe hoy con Jar Jar Binks, a pesar del odio que se profesa al personaje. Yo sigo pensando lo mismo que en 1999. Sus gracias sobran en la batalla final, pero en lo demás encaja. Y es, pese también a quien pese, el primer personaje digital de la historia del cine.

Evaluando de nuevo la película con objetividad, y sin tener en cuenta el paso del tiempo, La amenaza fantasma es la más atípica entrega de la saga. Tiene un ritmo cortante, con altibajos, y le pesa demasiado en algunos momentos que sea un título introductorio a todos los niveles. Lucas nunca ha sido un gran director de actores, y aquí se nota en demasiados momentos que no ha sabido transmitir las sensaciones a evocar por unos actores que en el rodaje se enfrentaron a inmensos fondos de color verde sobre los que después los técnicos de ILM colocarían sus grandiosos mundos de fantasía. Los diálogos tampoco son el fuerte del George Lucas guionista, y suenan forzados en algunas ocasiones, siendo el chaval que interpreta a Anakin, Jake Lloyd, quien más airoso y natural sale del trance. Natalie Portman, en cambio, es quien más sufre, aunque en algunos breves momentos muestra la enorme actriz que lleva dentro. Las explicaciones científicas a la Fuerza no me chirrían tanto como a algunos, pero es cierto que tampoco son imprescindibles. El moderado tono infantil de la película también cosechó críticas. Lo tiene, eso es indudable, pero tampoco es un exceso, desde luego nada distinto de lo que provocaron los ewoks en El retorno del Jedi allá por 1983.

Hasta ahí lo malo. ¿Lo bueno? Supera con creces a lo mencionado. La reconversión de la sombría galaxia dominada por el Imperio que conocíamos encuentra la contraposición de las luces de nuevos mundos como Naboo o Coruscant. La transición de los Jedi crepusculares o aprendices que habíamos conocido en la trilogía original a los caballeros en su apogeo que vemos aquí es natural, y provoca una diversión tan auténtica como nostálgica ya desde la irrupción en pantalla de Qui-Gon Jinn (un majestuoso Liam Neeson) y Obi-Wan Kenobi (un más perdido Ewan McGregor) y, sobre todo, cuando desenvainan por primera vez sus armas Jedi. El ritmo trepidante, deudor de Ben-Hur, convierte la carrera de vainas de Boonta Eve es una de las mejores escenas de su categoría en décadas. El maravilloso montaje final a cuatro bandas es incluso superior al de El retorno del Jedi (que era a tres). Y el espectacular duelo final entre el Sith Darth Maul y los Jedi Qui-Gon y Obi-Wan, con los acordes de un John Williams glorioso pero todavía por debajo del nivel de la trilogía original, compensa con creces todos los defectos que pueda tener esta espléndida muestra de ciencia ficción tan clásica como rompedora pero, sobre todo, eterna.

1 comentario:

Juan Rodríguez Millán dijo...

C., es que prescindiendo del 3D en el trailer están confensando la trampa: no es ver una película en 3D, sino recuperar la película. Entonces, ¿por qué pagar el suplemento? A mí Star Wars me encantará siempre verla en el formato que sea. Pero en pantalla grande es una gozada...