martes, marzo 31, 2009

Un adiós con Lawrence de Arabia.

No se me ocurre mejor forma de despedir a Maurice Jarre que escuchando su obra maestra, el tema principal de Lawrence de Arabia. Compuso mucha más música de cine a lo largo de cincuenta años de carrera, pero este tema es la esencia de lo que era Maurice Jarre, esto es lo que nos quedará para siempre de él a todos los que soñamos delante de una pantalla de cine, esto es lo que recordaremos, lo inmortal. Hasta siempre.


sábado, marzo 28, 2009

Nostalgia trekkie

Pocas sagas hay tan longevas como la de Star Trek. Este año, en verano, tendremos una nueva entrega, dirigida por J. J. Abrams (que asustó a los trekkies al decir que había que acercar la saga más a Star Wars), centrada en las primeras aventuras de la tripulación clásica del Enterprise, la que forman Kirk, Spock, Bones, Sulu o Uhura. Aunque sea una saga que parece no tener mucho arraigo en España, yo soy un enamorado del humanismo trekkie. Siempre da gusto volver a un universo tan optimista, visualmente atractivo y enormemente entretenido. Ver una película de Star Trek siempre me produce cierta nostalgia, porque recuerdo cómo han cambiado los actores desde que nació este singular universo. Ahora serán otros (aunque Leonard Nimoy aparecerá como Spock), pero es interesante ver cómo envejecieron los protagonistas según se iban haciendo entregas de la serie. Ya queda menos para volver a disfrutar con el espacio, la última frontera.

Star Trek (1966), serie de televisión

Star Trek. La película (1979)

Star Trek II. La ira de Khan (1982)

Star Trek III. En busca de Spock (1984)

Star Trek IV. Misión salvar la tierra (1986)

Star Trek V. La última frontera (1989)

Star Trek VI. Aquel país desconocido (1991)

Star Trek (2009)

martes, marzo 24, 2009

Los Coen no se quedan en la memoria

Desde Sangre fácil hasta Quemar después de leer han pasado 25 años y trece películas escritas por Ethan y Joel Coen y dirigidas por el segundo. Autores que, por lo general, cuentan con el fervor de la crítica. Durante algún tiempo, contaron con el mío. Y ahora, por fin, me doy cuenta de cuál es el problema de sus películas: no se quedan en la memoria. No importa que sean buenas, malas o regulares, los Coen como cineastas no consiguen capturarme, no dejan una huella imborrable en mis sueños cinéfilos, no consiguen que sus historias o sus personajes perduren en mi cerebro. Insisto, y eso es lo más curioso, sucede con casi todas sus películas, también con aquellas que recuerdo que me gustaron cuando las vi en su momento. Porque me gustó Fargo, pero ahora mismo no soy capaz de recordar por qué, qué es lo que me hizo disfrutar de ella o alguna escena en concreto. Lo mismo me sucede con Muerte entre las flores. O con Barton Fink.

Hay dos excepciones a este olvido sistemático. Una es obvia, es El gran Lebowski. Para todos aquellos que hemos alabado en alguna ocasión el cine de los Coen, ésta es nuestra película sin duda alguna. No todo el mundo la pilla, no todo el mundo entiende este humor. Pero si entras en el juego de la película, sus escenas y sus personajes sí perdurarán en la memoria. El Nota es el Nota. En la segunda excepción, debo ser un ejemplar único: El gran salto. Es, de largo, la película más criticada de los Coen. Y el motivo es que muchos ven en ella una traición al estilo de estos dos singulares hermanos, ven un espíritu mucho más cercano a Frank Capra y ya se sabe que tanto optimismo, tanta bondad, ya no vende en nuestros días. Qué demonios, en realidad no vendía ni en los de Capra, un director que fue ninguneado con demasiada frecuencia por sus contemporáneos. Quizá El gran salto también cobre más valor en el futuro, porque ni con la muerte de Paul Newman se ha recordado demasiado.

Después de ver Lebowski y todas las películas ya mencionadas, había que profundizar en el cine de los Coen. Sangre fácil y Arizona Baby me parecieron en su día excentrícas pero curiosas. No me enamoraron, pero tampoco me generaron rechazo. Eso comenzó a llegar con O Brother. No la entendí en absoluto y no me hizo gracia. Me salté El hombre que nunca estuvo allí y Crueldad intolerable, y así llegué a Ladykillers. Y descubrí que los Coen se habían quedado sin ideas, masacrando un clásico de la comedia como El quinteto de la muerte. Tres años después llegó No es país para viejos, a la que todavía no le he visto la genialidad por ningún lado. Y un año más adelante Quemar después de leer, que seguro que se lo pasaron bomba rodándola, pero yo ya la he olvidado. Como El hombre que nunca estuvo allí, que la vi la semana pasada y me pareció un flojísimo intento de homenajear al cine negro (el planteamiento me recordó por momentos al clásico El cartero siempre llama dos veces; sobra decir que esa es una genialidad y las de los Coen no me lo parece en absoluto). Por Crueldad intolerable no creo que pase. ¿Una comedia romántica de los Coen?

Y ahora leo que el siguiente proyecto de los Coen es un remake de Valor de ley. Ni más ni menos que una película de John Wayne, concretamente la que le valió el Oscar al mejor actor. No la he visto, tengo que confesarlo. Pero, habiendo revisado casi toda la filmografía de los Coen, no soy capaz de ver a estos dos hermanos revisando un western. No hay nada en su cine (ni siquiera el tiroteo de No es país para viejos) que apunte al éxito, y tampoco soy capaz de imaginar la excentricidad con la que, sin duda, van a sorprendernos para suplir al mito del Oeste por excelencia en la versión moderna. Dicen que el protagonismo de este remake no va a estar en el personaje que hizo John Wayne, sino en el de la chica de 14 años que busca al asesino de su padre en territorio indio con la ayuda de aquel y otro hombre de la ley. Y he sentido pánico sólo de pensarlo. Puro pánico. Veremos qué sale...

martes, marzo 17, 2009

Una 'Resistencia' entretenida pero irregular

La Lista de Schindler supuso un antes y un después para los directores que quisieran aproximarse a historias sobre el exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Llegar al nivel de la película de Steven Spielberg (adaptando un libro que Billy Wilder quiso que fuera su último filme) es prácticamente imposible. En el buen sentido de la palabra, Schindler contamina cualquier proyecto posterior sobre este tema. Resistencia no es una excepción. Aunque se quede muy lejos del nivel de la obra de Spielberg, el tono quiere ser similar, algunas escenas tienen claras influencias de Schindler y la música de James Newton Howard (nominada al Oscar; creo que este interesantísimo compositor tiene trabajos mucho más notables que éste) sigue el dictado la prodigiosa creación de John Williams para su amigo Spielberg. Resistencia narra la historia de un grupo de judíos que se esconden en los bosques de Bielorrusia, en un campamento que construyen y dirigen los tres hermanos Bielski para evitar que los nazis acaben con ellos.

Edward Zwick, director de Resistencia, lleva años rodando películas demasiado parecidas. No es difícil encontrar paralelismos entre esta película, Tiempos de gloria, El último samurai e incluso Diamante de sangre, todas ellas obras del mismo realizador. Todas ellas son películas irregulares que, seguramente, podrían haber dado más de sí. Y todas ellas, eso sí, presentan una corrección formal notable al que se añade un buen trabajo, ya sea de sus actores, de sus directores de fotografía, de sus compositores o de sus directores artísticos. Lo que es discutible es si la calidad de las películas de Zwick es por el trabajo de su director o por estas otras cuestiones. ¿Tiempos de gloria conmueve por la dirección o por unos actores descomunales? ¿El último samurai engancha por la labor de Zwick o por el retrato del Japón feudal? ¿Diamante de sangre gusta por el empleo de la cámara o por una historia atractiva?

Son preguntas difíciles de responder, pero lo que es innegable es que las películas de Zwick tienen interés. Busca buenas historias y las rueda con eficiencia, dejando siempre para el recuerdo algún detalle especial. Para Resistencia, cuenta con dos grandes bazas. Por un lado, los actores. Da gusto ver cómo Daniel Craig consigue no encasillarse en el papel de James Bond, cómo Liev Schreiber compagina productos independientes (produce Paramount Vantage, la filial independiente del gran estudio) con superproducciones (dentro de poco estrenará Lobezno, donde será Dientes de Sable, el villano al que se enfrenta Hugh Jackman), cómo Jamie Bell sigue creciendo como actor después de sorprender hace ya algunos años en Billy Elliot. Los tres tienen escenas para recordar. Craig y Bell comparten el momento más humano de todos, cuando el primero se desmorona y el segundo encuentra sus dotes de líder. Schreiber tiene dos: cuando le informan del destino de su familia y cuando descubre que sus camaradas son tan antisemitas como los alemanes.

Por otro lado, destaca mucho la ambientación de la película. La fotografía es una maravilla y esta película es un perfecto ejemplo para explicar lo que esta labor (que algunas veces queda confinada al análisis de los cinéfilos más pedantes, dicho con todo el cariño del mundo hacia ellos) puede hacer por un filme. Sólo hay que fijarse en el cambio de tonalidades cuando la película pasa de una estación a otra, en especial cuando llega el invierno. Estas dos cosas son más que suficientes para sostener una película que sobrepasa las dos horas y que, a pesar de que podría haber ofrecido mucho más, entretiene. La pena es que no conmueva tanto como prometía la historia. Zwick falla en la construcción del planteamiento y deja demasiadas lagunas en el primer tercio de la película, que quizá tendría que haber empezado y hacer más hincapié en el segundo, en la vida diaria en el campamento. Por falta de metraje, esa parte también flaquea y pierde demasiadas explicaciones necesarias. Y al final falta épica, la que Zwick sí supo poner en Tiempos de gloria o El último samurai. Con todo, y sobre todo por la historia (y no necesariamente el guión), una película interesante.

jueves, marzo 12, 2009

10 PELÍCULAS... con nombre de hombre

Cumpliendo con lo prometido, la nueva entrega de 10 películas... no podía tratar otro tema que el cine con nombres de hombre en el título. Reflejo del número de papeles que hay para actores y actrices, hay muchas más películas con título masculino, por lo que se han quedado muchísimos en el tintero. He intentado que sean películas de las que no he hablado aquí o que no sean demasiado recientes. El caso es despertar recuerdos e impresiones...

· ALEJANDRO MAGNO
El hombre que trató de unir todo el mundo conocido. Sorprendió ver a Oliver Stone rodando una película épica sobre Alejandro Magno, porque es un género que no había tocado nunca y en el que no se mueve tan a gusto como en el cine más político y polémica. A Colin Farrel le cayó encima un marrón del que no salió mal y Angelina Jolie sentó las bases de lo que era interpretarse a sí misma (aunque aquí no me disgustó). Lo mejor de la película, sin duda, Val Kilmer, a ratos la música de Vangelis y alguna de las escenas de batalla. Lo peor, el afán de (homo)sexualizar a todos los personajes en todas y cada una de las escenas. Si ya queda claro en la primera, ¿por qué insistir? Irregular y algo olvidable.

· CHAPLIN
El genio del cine en estado puro. Robert Downey Jr. se convirtió en un actor de prestigio con su formidable retrato de Charles Chaplin. Es imposible no sonreír al verle recrear la famosa escena de los panecillos de La quimera de oro. Es uno de los muchos logros de este biopic de Richard Attenborough, una película larga (de todos modos, se me hace difícil pensar qué se podría recortar, y estoy seguro de que tanto el director como los actores encontró motivos para la sonrisa en todas sus escenas, incluso en las más tristes) y algo lenta (como casi todas las cintas biográficas), pero imprescindible para aquellos que vemos con una sonrisa el cine que trata sobre las etapas pioneras de este arte. El reparto, que ya era de lujo en 1992, ha ganado mucho con los años. Me quedo con Kevin Kline dando vida a Douglas Fairbanks.

· ED WOOD
El peor director de la Historia del cine encontró en Tim Burton un alma gemela (afortunadamente, la calidad cinematográfica de uno y otro están en las antípodas), el perfecto cineasta para contar su peculiar vida. Ed Wood es un precioso relato sobre cine, rodado en un exquisito blanco y negro (como las películas del propio Ed Wood) y con un grupo de actores inolvidables, desde Johnny Depp hasta un prodigioso Martin Landau (que da vida a Bela Lugosi; imprescindible para cualquier seguidor del mejor Drácula del cine), pasando por Bill Murray, Sarah Jessica Parker, Patricia Arquette o Jeffrey Jones. Formidable homenaje a un cine muy especial. La película contó con una distribución horrenda en España, a pesar de que ser una de las mejores películas de Tim Burton.

· FLASH GORDON
El héroe que salva al universo de la destrucción. Revitalizado el cine de aventuras y ciencia ficción con Star Wars en 1977, era cuestión de tiempo que Flash Gordon saltara a la gran pantalla. Lo hizo con un protagonista tan desconocido como soso, Sam Jones, pero rodeado de grandes nombres como un impagable Max Von Sydow como Ming O un Thimothy Dalton muy divertido como Barin. La sensualidad de Ornella Muti como la Princesa Aura realmente transportaba a otra galaxia. Flash Gordon no es una buena película, quizá incluso al contrario si se toma demasiado en serio, pero también es un encantador y muy entretenido relato kitsch, plagado de colores y de pura serie B con dinero. Y si faltaba algo para hacerla inolvidable, ahí queda el tema que Queen compuso para la película. Un delirio tan imposible como divertido.

· HAMLET
El príncipe shakespeariano de dudas metafísicas. Kenneth Branagh rodó una apabullante, preciosista y formidable adaptación de la obra más famosa del mundo. Y se reservó para él mismo el papel protagonista dentro de un reparto absolutamente formidable (a partir de esta película comencé a adorar a Dereck Jacobi). Cuatro horas de cine puro, que confirmaron a Branagh como uno de los cineastas más importantes de los 90 (lo que acentúa la preocupación por saber qué demonios le ha pasado desde entonces...). El director apostó por rodar íntegro el texto de Shakespeare, con la única modificación de la época en que transcurre la historia, lo que fue todo un acierto desde el punto de vista visual. Formidable música de Patrick Doyle. A los cines de España sólo llegó doblada la versión reducida del filme. Después de haber visto la completa (e imprescindible) sólo aguanté diez minutos delante del televisor ante la copia mutilada, maldiciendo el poco esfuerzo que hacen los espectadores a la hora de ver cine.

· HANNIBAL
El sociópata por excelencia del mundo del cine. Tras revelar al mundo una nueva forma de aproximarse al asesino en serie con El silencio de los corderos, la secuela sólo podía llevar por título el nombre del delicioso (perdón por el juego de palabras; al fin y al cabo es un caníbal...) Hannibal Lecter. Anthony Hopkins, como en la primera, borda el papel, ahora de la mano de un Ridley Scott que enamora con su visión de la exquisita Florencia. Eso sí, Julianne Moore no consigue hacer olvidar a Jodie Foster. El final, violento, explícito y algo asqueroso, fue muy criticado a pesar de que encaja perfectamente en la historia. Una tonelada de maquillaje ocultó a un Gary Oldman que ni siquiera aparecía en los títulos de crédito. Hans Zimmer, que ya me gustaba, me ganó para siempre con la música de esta película. Mejor película de lo que pueda parecer y, con un estilo muy diferente, muy cerca de la altura de su predecesora.

· PAPILLON
El preso que intenta escapar a toda costa. Steve McQueen, todo un icono del cine de los años 70, protagoniza este drama carcelario (un subgénero que triunfó mucho desde entonces, desde Fuga de Alcatraz a Cadena perpetua) intenso y duro. La diferencia con películas similares está en el escenario escogido: la Guayana Francesa. Su prisión es una isla de la que nadie ha escapado antes. Por lo demás, cuenta con todos los argumentos típicos del subgénero: intentos de huída fallidos, compañeros de celda carismáticos (un Dustin Hoffman notable, que basó su actuación en el escritor Dalton Trumbo), un alcaide despótico y mucho drama. Se vendió como una historia real, pero, ante la crudeza de los hechos mostrados, Francia protestó y afirmó que había mucho de invención en el filme. Papillon, por cierto, no es un nombre, sino un apodo: mariposa en francés.

· ROCKY
El boxeador que se enfrenta a la oportunidad de su vida. En apariencia, una película más de Sylvester Stallone, ¿no? No, en absoluto. Rocky es una película hermosa, con un gran guión (sorprendentemente escrito por el propio Stallone... que ganó así su único Oscar), un intenso relato sobre un boxeador de medio pelo que recibe la oferta de su vida: un combate contra el campeón de los pesos pesados, Apollo Creed. Con una acertadísima música de Bill Conti (el tema del combate final es uno de los más perfectos que he escuchado nunca) y un desarrollo magnífico y basado siempre en los personajes, Rocky es una de esas películas que no envejece ni envejecerá nunca, que sigue emocionando aunque ya hayan pasado 30 años desde su estreno y todos sepamos cómo termina el combate. De sus cinco secuelas, la mejor, sin duda, la última.

· TANGO Y CASH
Dos policías, el rebelde que tendrá que aceptar a seguir las normas y el recto que tendrá que aprender a saltarse el guión, rivales al principio y grandes amigos al final. Stallone y Kurt Russell eran ya dos de las más importantes estrellas de acción del cine americano. Juntarles era cuestión de tiempo, y eso que el papel de Russell lo iba a interpretar en un principio Patrick Swayze (que prefirió hacer, ojo al título español, De profesión: duro). Tango y Cash es una película mala, de acuerdo, y buena prueba de ello es que renegó del filme hasta su director, Andrei Konchalovsky. Pero a ver quién la ve y admite que no se lo ha pasado bien. Con una Teri Hatcher (Mujeres desesperadas) de 25 años y Jack Palance y Brion James (el replicante Leon de Blade Runner) haciendo de malos, ¿qué más da que el guión sea lamentable, tópico y facilón? Si el caso era comer unas cuantas palomitas y reírse un rato... A Stallone le dio tiempo a meter bromas para su ex esposa Briggitte Nielsen y su amigo Jackie Chan (a quien copió la escena inicial del camión).

· TARZAN
El hombre mono por excelencia. Disney casi siempre ha preferido heroínas para sus películas, pero eso no quiere decir que desdeñe el héroe masculino. Tarzan fue la mejor forma de cerrar una década dorada para el gran estudio, una espléndida película de aventuras que es mejor de lo que mucha gente cree, puesto que no muchas la citan entre sus favoritas de esos años. Un magnífico guión acompañado de una maravillosa animación y una música inolvidable (a cargo de Hans Zimmer y con canciones de Phil Collins) son sus puntos fuertes. Fue toda una sorpresa descubrir a un Tarzan con cuerpo tan de animal como de hombre y con movimientos de surfero que incluso necesitaron la creación de un nuevo software para la animación. Fue una gran sorpresa y la constatación de que se puede hacer un cine adulto de animación (a pesar de los inevitables secundarios cómicos).

sábado, marzo 07, 2009

'Watchmen': haciendo posible lo imposible

Adaptar Watchmen al cine es imposible. Pero se ha hecho. ¿Eso es bueno, es malo o es irrelevante? Hay una línea muy fina entre el valor y la locura, pero partiendo de esa premisa de imposibilidad creo que el proyecto que encabeza Zack Snyder, con sus aciertos y sus errores, es un acto valiente y digno de elogiar. Watchmen, la película, es un muy digo entretenimiento, un filme bien hecho (más sencillo y logrado en sus efectos que otros títulos que quieren ser más revolucionarios), correctamente desarrollado y abierto tanto a aficionados de la novela gráfica como a desconocedores absolutos del mundo que crearon allá en los años 80 Alan Moore y Dave Gibbons. En todo caso, la película requiere dos análisis totalmente independientes, uno como película en sí misma y otro como adaptación de esta biblia del cómic. En el primero, el Watchmen de Snyder sale muy bien parado porque, con toda la dificultad que tenía la tarea, funciona; en el segundo queda algo peor, a pesar de que en muchas escenas se opta por la fidelidad más directa a las viñetas y por la gran cantidad de homenajes al cine fantástico (el dormitorio a lo 2001 o la sutil referencia a 300, la anterior película de Snyder) y al cómic (se ven portadas de Batman de fondo).

Hay coincidencia general en que lo mejor de la película está en los títulos de crédito iniciales y tengo que estar de acuerdo. El hermoso, nostálgico y positivamente anacrónico relato que se nos hace en apenas tres minutos (bajo los acordes del The times they are a-changin' de Bob Dylan) es un perfecto resumen del mundo en el que se mueve esta historia: en unos años 80 alternativos, en los que Estados Unidos ha vencido en Vietnam, Nixon ha cambiado la Constitución para poder presentarse a su quinta relección y la guerra fría amenaza con dar paso a un holocausto nuclear entre los americanos y los soviéticos, un mundo en el que héroes disfrazados tuvieron un papel muy importante y hoy son proscritos de la ley. Y si esos tres minutos no bastan para ubicar al espectador, la presencia de las Torres Gemelas en el fondo de este Nueva York ficticio colocarán al espectador donde debe estar para apreciar lo que está viendo. A partir de ahí, la película (que dura 160 minutos) afronta algunos altibajos pero se mantiene con firmeza, sobre todo en su segunda mitad.

Los altibajos tienen que ver con el segundo análisis, el que se tiene que hacer en relación con el cómic original. Watchmen, la novela gráfica, fue una ruptura temática y de desarrollo de personajes con respecto al cómic hecho anteriormente, pero también (y quizá sobre todo) en su narrativa. Snyder intenta copiar esa sensación y queda un cierto poso de fracaso. Cine y cómic son medios muy distintos y el efecto prodigioso de las viñetas, de los planos contrapuestos, de las secuencias paralelas (la mejor, la más emocionante, la más completa y compleja que tiene el cómic está en el capítulo 11 y en la película no aparece), de las simbologías que tenía la novela gráfica se difumina en la película. Watchmen cambió para siempre el cómic, pero la película no puede tener (y afortunadamente no tiene) las mismas pretensiones. Valorarla así sería injusto porque sí es un sincero intento de adaptar un gran cómic. Y ahí sí triunfa. El cine no está en el mismo punto en que estaba el cómic a mediados de los años 80. No hay nada rupturista en la película, como sí lo había en el cómic. Ni la violencia, ni el sexo, ni la psicología del superhéroe son ya novedades.

A pesar de ser una película larga, hay mucho material que se ha quedado en la sala de montaje. El recorte de metraje (Snyder ya ha anunciado dos versiones más largas de la película que verán la luz en DVD; falta la historia de piratas y su vinculación con la historia del mundo real, pero también otros muchos detalles, como algún importante flashback con el Comediante o la historia del psicólogo de la prisión) no favorece nada el desarrollo de los plantemientos temáticos y de personajes más característicos del cómic. Quizá sólo le pase a quienes conocen el cómic, pero se nota que faltan cosas, faltan más explicaciones sobre qué mueve al Doctor Manhattan, a Ozimandias o a Rorschach. Muchas más. No se entiende en la película la motivación que ofrece en el cómic la historia de Alejandro Magno. Tampoco por qué el Doctor Manhattan vacila en la importancia que tiene la vida humana. Esas explicaciones y el mundo realista en el que se movían los personajes es parte de la grandeza de Watchmen y en la película no aparece. Le falta espíritu en momentos clave, como la escena que se desarrolla en Marte o los flashbacks relacionados con Espectro de Seda (el principal personaje femenino, interpretada por Malin Ackerman).

Quizá Snyder peque de un exceso de celo a la hora de trasladar el cómic a la pantalla y eso haga aún más inabarcable y compleja la tarea de hacer esta película. Quizá Watchmen necesita algo más de adaptación y menos de traslación directa a la pantalla. Los dos grandes cambios que realiza, además, funcionan de forma desigual. La sutileza que preside cada aparición en el cómic de Nixon se pierde por completo en la película, que prefiere mostrar una caricatura del presidente norteamericano (un signo más del exceso visual que se puede ver en el uso de la violencia, muy explícita y muy abundante; como en el cómic, sí, pero con 20 años de pérdida de autocensuras y barreras). El otro gran cambio, el más polémico, ha sido el final de la historia. No voy a revelar nada, pero el de la película parece funcionar a primera vista pero se hace más difícil que resista un segundo análisis. Eso sí, no me cabe duda de que el del cómic hubiera provocado carcajadas en el público actual (que, de hecho, no omite unas sorprendentes risas en algunas de las escenas más tensas y dramáticas de la película).

Hay dos personajes que destacan por encima del resto: Rorschach (un inquietante Jackie Earle Haley) y el Comediante (un preciso Jeffrey Dean Morgan). Los dos son los mejores ejemplos de fidelidad al espíritu y a la imagen del cómic, son quienes mejor llevan a la pantalla la polémica ideológica que plasmaba el cómic y son, sobre todo el primero, los motores de la historia. Búho Nocturno (muy acertado Patrick Wilson) encaja a la perfección como el vínculo más humano en este mundo irreal y a ratos también lo consiguen las dos mujeres, madre e hija, que visten el traje de Espectro de Seda (Carlo Gugino, a la que le falta en la película, la mejor escena de su personaje en el cómic, y la mencionada Akerman). Para mí lo más flojo del grupo de personajes centrales hay que buscarlo en el Doctor Manhattan (interpretado por Billy Crudup), cuya imponente presencia visual oculta lo mucho que le falta de desarrollo, y en Ozimandias (Matthew Goode), homosexualizado en exceso ya desde los títulos de crédito y más previsible de lo que hubiera sido deseable.

Watchmen triunfa como auténtico cine espectáculo y de entretenimiento (magnífica la secuencia de la prisión, en su ejecución y en su coreografía), triunfa como cine de superhéroes asequible a todo tipo de públicos (porque no se para sólo en la acción), triunfa en el contacto emocional a través de la música (prodigiosa la secuencia en el cementerio mientras suena The sound of silence de Simon y Garfunkel; menos afortunado y mucho más risible es el uso del Hallelujah de Leonard Cohen en la escena de sexo), triunfa visual y temáticamente en el uso de un material original tremendamente complejo, mucho más de lo que aspira a ser la película. Pero fracasa en una trascendencia que jamás podrá acercarse a la del cómic, fracasa en la elección de algunas escenas en detrimento de otras mucho más relevantes para la historia, fracasa en darle alma a los momentos más sobrecogedores de la novela gráfica. Habrá quien se quede con lo bueno y habrá quien se quede con lo malo. Habrá profanos que gracias a la película descubran éste y otros cómics y habrá puristas que la desprecien. No es la película definitiva de superhéroes como sí lo es el cómic, pero yo me quedo con lo bueno. Porque hay mucho de bueno en este magnífico entretenimiento. Porque, aunque no sea perfecto, supone hacer posible lo que parecía imposible.

lunes, marzo 02, 2009

10 PELÍCULAS... con nombre de mujer

Muchas historias de cine giran en torno a una mujer, pero no hay tantas que apuesten por una protagonista femenina, y muchas menos aún que le den el título de la película al nombre de una mujer. Pero las hay y de los géneros más variados. Mujeres a las que admirar, mujeres a las que adorar, mujeres con las que sufrir y mujeres con las que soñar. Mujeres...

· AMELIE
Una niña que se crea su propio universo imaginario se convierte en una joven que se dedica a hacer felices en los demás en el camino de su propia felicidad. Amelie es una historia muy bonita, con detalles realmente preciosos, pero como película se queda corta. Quizá es que no he superado todavía la aversión que le tengo a Jean-Pierre Jeunet desde que destrozó por completo la saga de Alien con su Resurrección, pero lo cierto es que me molesta la forma de rodar que tiene este director. Demasiados movimientos bruscos de cámara, demasiados planos imposibles, demasiada exageración visual, demasiada irrealidad gratuita. Y eso afecta a la película, simpática pero poco más. Sé que Amelie levanta pasiones, pero no es mi caso. La historia sí, la película no.
-
· CARRIE
La joven más inadaptada del instituto se convierte en su peor pesadilla cuando todo el mundo decide reírse de ella y explotan sus poderes psíquicos. Su venganza será una masacre. Carrie, la novela de Stephen King, es sobrecogedora, está escrita con un impecable estilo de trabajo de investigación y es sorprendente en todo momento. Carrie, la película de Brian de Palma, tiene instantes muy brillantes pero otros muchos que no lo son tanto. Sissy Spacek borda su papel. No deja de tener su gracia ver a John Travolta como el macarra de la historia y a William Katt (El gran héroe americano) como el chico aparentemente bueno (que en la novela lo es menos que en la película). En su momento fue un bombazo aunque no ha envejecido demasiado bien. Eso sí, por mucho que te lo esperes, es imposible no pegar un salto con el susto final.
-
· LAURA
Una mujer de la que se enamora un policía mientras investiga su asesinato. Prodigiosa obra maestra de Otto Preminger, una de las mejores películas de cine negro de su década por excelencia, los 40, y un título imprescindible que no parece contar con la misma fama que otras películas de su época. Narrada con una maestría muy difícil de encontrar hoy en día y trazando unos personajes magistrales, sus continuas sorpresas y giros argumentales no son en absoluto forzadas sino pasos precisos de una historia magnífica. La encantadora y sensual Gene Tierney impresiona hasta desde el cuadro. Es curiosisísimo ver (y obligatorio oír en versión original) a Vincent Price antes de convertirse en un mito del cine fantástico y de terror.
-
· LOLITA
Una joven, casi una niña, se convierte en el deseo sexual de un profesor que alquila una habitación en la casa en la que vive con su madre. Él, dispuesto a todo, se casará con la mujer sólo por tener cerca a Lolita. Kubrick hizo una arriesgada adaptación de la más que polémica novela de Vladimir Nabokov, dándole un gran papel a Peter Sellers antes de convertirle en su protagonista absoluta de Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú?. Sue Lyon borda su papel de niña promiscua y flaquea algo más en el de joven arrepentida (para algunos era algo mayor para el personaje; sin embargo, tenía 16 cuando se estrenó la película y en el libro se dice que Lolita tiene 14) y James Mason está francamente interesante en el papel del hombre obsesionado con la protagonista. Para la época en la que se hizo, con censura de por medio, una película muy arriesgada y valiente.
-
· MARY POPPINS
La ñinera que todo niño querría tener. Mary Poppins es una de las mejores cintas infantiles que se han rodado nunca, llena de magia, de música y canciones inolvidables (¿quién no ha oído aquello de "supercalifragilistico..."?), y de personajes fantásticos. Julie Andrews borda el papel de Mary Poppins y Dick Van Dyke está sencillamente irrepetible. La fusión de imagen real y dibujos animados fue pionera en su época (aunque más de dos décadas después ¿Quién engañó a Roger Rabbit? estirara las posibilidades hasta el infinito). Inolvidable, irrepetible y una de esas películas que da gusto enseñar a todas las nuevas generaciones que la pueden conocer. Uno de los motivos por los que Disney siempre será único.
-
· MARY REILLY
El ama de llaves de un científico que resulta ser mucho más. La aproximación de Stephen Frears al mito de Jekyll y Hyde se produjo a través de la mirada de una mujer. La película, a pesar de las libertades que se tomaba con respecto a la novela original de Robert Louis Stevenson, y a su vez basada en otro libro de Valirie Martin, tiene puntos de interés. No demasiados, eso sí. Julia Roberts no termina de hacerse con un personaje algo soso y John Malkovich cae en lo fácil al dar vida al monstruoso Hyde. La portentosa banda sonora de George Fenton le da a la película una atmósfera única y eleva el resultado final muy por encima de lo que hubiera ofrecido sólo la parte visual. No es, ni de lejos, de las mejores películas sobre esta historia.
-
· POCAHONTAS
La princesa india que tiene que lidiar con los conquistadores de América. Disney siempre ha tenido un especial aprecio por las heroínas, pero nunca hasta Pocahontas le había dado sólo el nombre de una de ellas al título de una película. La ruptura que produjo fue en su aspecto físico. Potenciando la sensualidad (y en algún momento hasta la sexualidad) más que nunca, el estudio se basó en el cuerpo de Naomi Campbell para dar vida a esta leyenda americana. La película no es de las mejores de una década gloriosa para Disney, en la que vieron la luz grandes títulos como La bella y la bestia, El jorobado de Notre Dame o Tarzan, pero sí es una muy entretenida cinta de aventuras con una más que correcta música de Alan Menken.
-
· REBECCA
Una mujer como referente, como asfixia, como modelo imposible de imitar o superar. Pocos directores se atreverían a convertir en protagonista principal de una historia a una mujer que no llega a aparecer nunca en la película. Y Alfred Hitchcock era uno de esos directores. Joan Fontaine da vida a una ingenua y enamorada joven, que se casa con un hombre que ha perdido ha visto morir a su primera esposa. Y esa es Rebecca. El recuerdo de esa primera mujer le hará imposible la vida a la sustituta hasta el dramático final de la película. Para el recuerdo el inquietante papel (y la permanente presencia) del ama de llaves, intenso y sobrecogedor. Y el impresionante escenario gótico de Manderley, uno de los más bonitos de la historia del cine.
-
· SHEENA
Una niña perdida en la selva africana es criada en un poblado indígena y acaba convertida en su protectora. Sheena, adaptación de un cómic, es una peliculita olvidable pero que genera cierto cariño entre los aficionados. Quizá el atuendo de la bella Tanya Roberts y la escena de desnudo que ningún director se resiste a incluir en este género tenga bastante que ver. El cine de acción y fantástico nunca ha sabido encontrar una respuesta inteligente cuando la protagonista es una mujer, y aunque las cintas de los 80 tenían cierto encanto (Supergirl, El guerrero rojo) los puntos débiles han quedado patentes en las más modernas (Elektra, Catwoman). Sheena tuvo años después una serie de televisión con Gena Lee Nolin, una ex vigilante de la playa, como protagonista. Ni la película ni la serie son gran cosa, la verdad...
-
· THELMA & LOUISE
Dos mujeres, una soltera y liberal, la otra casada y acobardada, emprenden un viaje de fin de semana y acaban viviendo la aventura de sus vidas. Susan Sarandom y Geena Davis hacen un trabajo formidable es una de las mejores películas de Ridley Scott. Y si ellas llevan la voz cantante, en la historia y en la interpretación, tampoco se quedan atrás un brillante Harvey Keitel y un acertadísimo (de las pocas veces) Brad Pitt. Scott rueda como casi siempre con una precisión formidable y cuenta con dos aliados más de lujo: una fotografía preciosa de las carreteras americanas y una magnífica banda sonora de ese genio que es Hans Zimmer. Una gozada de película que, digan lo que digan, no tiene por qué entusiasmar sólo a las mujeres.