miércoles, noviembre 19, 2008

Harry el Sucio, un icono tan vilipendiado como valorado

Ponéos en situación. Sois una banda de atracadores, que estáis a punto de dar un buen golpe en un banco de San Francisco. Suena la alarma justo cuando estáis a punto de salir de la oficina, armados hasta los dientes. Os espera un coche en la puerta. Pero un policía que andaba por allí, comiéndose un perrito caliente, os ve y os da el alto. Se produce un tiroteo. El coche pierde el control y se estrella. Uno de vosotros, que no ha podido subir a tiempo al coche, recibe un balazo en el brazo y queda tendido en el suelo. El rifle, muy cerquita. Pero llega el policía. Te apunta y te dice lo siguiente: "Sé lo que estás pensando. Si disparé las seis balas o solo cinco. La verdad es que con todo este ajetreo, yo también he perdido la cuenta. Pero siendo éste un Mágnum 44, el mejor revolver del mundo, capaz de volarte los sesos de un tiro, no crees que debieras pensar que eres afortunado. ¿Verdad que sí, vago?". Y aunque la traducción en el doblaje español es ésta y no termine de encajar del todo con lo que realmente dice el personaje, ese es Harry el Sucio.

Estamos hablando de una película de 1971, la primera de una saga de cinco entregas (Harry el fuerte, Harry el ejecutor, Impacto súbito y La lista negra), que generó muchísima controversia en su día. En primer lugar, porque su villano, Scorpio, estaba basado en uno de los asesinos de moda en Estados Unidos por aquellas fechas, el que tan magníficamente retrató David Fincher en Zodiac. De aquel psicópata real conserva los mensajes a través de la prensa en los que reivindica y anuncia nuevos crímenes y convierte en realidad el anuncio de Scorpio nunca materializado de secuestrar un autobús escolar. La controversia viene por el hecho de que la policía aún no había conseguido detener a Zodiac, nunca lo consiguió de hecho, pero Hollywood ya estaba haciendo películas sobre él. Pero sobre todo fue polémica por su violencia, física, visual y narrativa.

El emblema de la vertiente crítica con Harry el Sucio fue un artículo publicado en The New Yorker por Pauline Kael, un analista que nunca tuvo en buena estima a Eastwood, en enero de 1972: "Se trata de una visión imaginaria de derechas de este cuerpo de policía (el de San Francisco) considerado como un grupo enormemente debilitado por liberales ilusos. La idea subyacente en esta película es que durante un breve y glorioso periodo, la policía cuenta con alguien realista en su seno -y lo expulsa. (...) Se lleva al público a una identificación total con Harry y a que se sienta victorioso por el hecho de que los liberales no consigan pararle. (...) Si está de acuerdo con la película -y es difícil resistirse, porque se utilizan las técnicas de suspense más hábiles a niveles emocionales muy primitivos-, tendrá un único deseo, ver sufrir al maníaco. (...) Harry el Sucio sólo es evidentemente una película de género, pero el género de acción siempre ha encerrado un potencial fascista, que ha terminado por salir a la superficie. (...) Harry el Sucio es una película profundamente inmoral".

Aunque con los años los responsables de la película (Eastwood y su director, Don Siegel) negaron que la filme tuviera interés político, lo cierto es que planteaba (si no por primera vez, sí desde luego una de las primeras en hacerlo) la sobreprotección de los delincuentes por encima incluso de sus víctimas, algo que en aquellos tiempos se estaba convirtiendo en un problema serio en Estados Unidos. Harry el Sucio dio voz a muchos norteamericanos que pensaban que un criminal estaba más protegido por la Ley que una víctima, que veían a sus agentes de la ley limitados por esas mismas leyes que deberían garantizar la seguridad de las personas. Eso lo plantea Harry el Sucio sin dar demasiadas soluciones reales o realistas. ¿Desde un punto de vista fascista, como llega a decir Kael? Quizá es mucho decir, pero tampoco se puede negar que los vigilantes cinematográficos (o de cualquier género de ficción) tienen un punto antidemocrático. Se saltan las leyes para garantizar su cumplimiento en un escenario inexistente. No es una crítica social, pero sí tiene un marco realista que puede generar debate.

El final de la película (que no voy a contar), que tampoco gustó a Kael al entenderlo como un desprecio "al iluso sistema legal", era, en realidad, un calco del final de Solo ante el peligro, una película unánimente aclamada desde su estreno años antes. Quizá la clave para entender la diferencia entre lo que Kael llama "liberales ilusos" y los "fascistas" como Harry el Sucio esté en otro diálogo de la película. "No quiero más dificultades como las que tuvo en el distrito Fillmore hace un año, ¿entendido? Esa es mi política", le dice el alcalde, tras pedirle que actúe como correo para pagar el rescate que pide Scorpio. "Sí, pero cuando un hombre acosa a una mujer con la intención de violarla, yo mato al hombre. Esa es mi política" le responde Harry. ¿Con intención? ¿Y cómo está seguro de ello?", pregunta de nuevo el alcalde. "Cuando un hombre desnudo persigue a una mujer con un cuchillo en la mano, imagino que no está recaudando fondos para la Cruz Roja", sentencia nuestro detective.

Harry Callahan es un icono, vilipendiado en su día por la crítica y alabado por buena parte del público, que ha ido ganando prestigio con los años. Hoy es indudable que este personaje está detrás de la mayoría de los detectives más famosos del cine de acción más moderno, desde el Martin Riggs de Mel Gibson en Arma Letal (la escena en la que el detective Riggs soluciona un intento de suicidio sólo se puede entender como un homenaje a la película de Don Siegel) hasta el John McClane de la saga Jungla de cristal (el juego Simon dice de su tercera parte recuerda mucho a cómo Scorpio intenta comprobar que el detective Callahan actúa solo). Harry el sucio es, sin duda, un policiaco de referencia de los años 70, uno de los thrillers más celebrados y notables de su época y un filme que no ha perdido con los años ni un ápice de su interés. Una gozada.

Y no, pese a la creencia popular no es en Harry el Sucio donde dice la frase que más fama y leyenda ha dado al personaje, aquella de "vamos, alégrame el día". Eso quedó para Impacto súbito.

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