martes, octubre 30, 2007

La 'Invasión' no funciona


La moda de los remakes llega a películas que ya han tenido varios remakes. Invasión es, ni más ni menos, que la cuarta versión de la misma historia. La de los años 50, La invasión de los ladrones de cuerpos, es una joya, una más de las que nos dejó la ciencia ficción en aquella década. La de los años 70, La invasión de los ultracuerpos (¿de dónde sacaría esa palabra el traductor de turno...?), es una muy correcta muestra de género, digna heredera aunque inferior al original. La tercera, Secuestradores de cuerpos, no la he visto, así que me guardaré el juicio previo que tengo sobre ella. La cuarta, esta Invasión, es una decepcionante película de ciencia ficción algo disimulada que apenas tiene elementos de interés.

Y es una lástima, porque a priori tenía muchos motivos para verla. El primero era precisamente la historia. No desdeño los remakes sólo por ser remakes, e incluso aquellos que no tienen grandes novedades me suelen gustar como nuevas visitas a mundos ya conocidos (me sucedió con la denostada El planeta de los simios que hizo Tim Burton, muy inferior al original, pero endiabladamente entretenida). Pero es que esta cuarta versión pierde hasta los elementos de interés del original. Globaliza demasiado la historia, tanto que pierde toda credibilidad, y lanza mensajes políticos que se quedan en nada (ese mundo pretendidamente perfecto que preconizan los alienígenas se traduce, en los informativos que se ven de fondo en una escena, en un abrazo entre Bush y Chávez, el fin de la guerra en Irak y la paz en Darfour).

El segundo motivo de interés estaba en los nombres detrás del proyecto. El director es Olivier Hirschbiegel, que daba el salto a Hollywood después de rodar El hundimiento. Pero la película que rodó y montó no le gustó a los ejecutivos de la Warner. El productor, Joel Silver, acudió a sus últimos protegidos, los hermanos Wachowsky (juntos hicieron la saga de Matrix) y le recomendaron a James MacTeigue para rodar nuevas escenas y cambiar la película bastante. Incluso se reescribió buena parte del guión. El galimatías que una situación así provoca se traduce en una película confusa y que cambia constantemente de registro sin que sepamos muy bien por qué.

Los actores tampoco me han entusiasmado. Nicole Kidman aparece espectacularmente guapa en la primera mitad de la película, pero la cara de asombro/susto que tiene en toda la película le resta bastante credibilidad. Nada que ver con otras actaciones suyas. Por citar un papel similar en algunos aspectos a este, en Los otros (otra madre que se enfrenta a una situación extraordinaria que no termina de comprender) estaba mucho mejor. Daniel Craig, que viene de trabajar con Spielberg en Munich y de hacer un muy buen Bond en Casino Royale, también decepciona. Poca química entre ellos. Paradójicamente, el actor más convinvente de todo el reparto es el más joven, el debutante Jackson Bond, que da vida al hijo de Kidman. Y, por supuesto, es genial el guiño de ver en un papel secundario a Veronica Cartwright, una de las protagonistas de la versión de los años 70.

Como único punto de originalidad de la película, está la forma en la que se transmite la invasión alienígena. Ya no aparecen esa clásicas vainas, ya no tenemos esos duplicados casi exactos de las personas a las que sustituían los extraterrestres. Ahora es una especie de virus que llega por medio de un transbordador espacial accidentado (hay que admitir el valor de incluir una secuencia así cuando apenas han pasado cuatro años desde el accidente del Columbia) se propaga como si fuera la gripe. Esa variación permite la escena más lograda de la película pero, a la vez, una de las más desagradables que he visto en la ciencia ficción moderna (y no la revelo para no aguar a nadie la sorpresa). Ojo, que no lo digo como crítica o con malestar porque se incluyera en la película, sino como descripción de la secuencia, que seguramente será la más recordada de esta 'Invasión'...

Más que una parábola política como era la película original (que hablaba de maravilla, con el telón de fondo de ciencia ficción, de la Guerra Fría y de la caza de brujas del senador McCarthy), ésta pretende ser una explicación sobre la naturaleza del ser humano. Pero cuando adopta ese tono supuestamente didáctico se nota demasiado y no se mantiene en el discurso general de la película, me imagino que por ese cambio de director. Por eso, la película no llega a tener ritmo, pega saltos incoherentes. Y lo peor de todo es que no genera la tensión (y eso, en parte, se debe a la manía de dejar tan, tan, tan claro quienes están infectados y quiénes no) que en condiciones normales tendría que generar una historia de seres alienígenes que llegan a la Tierra y van sustituyendo poco a poco a todas las personas con oscuros intereses...

No, definitivamente no. Esta 'Invasión' no funciona...

sábado, octubre 27, 2007

'Stardust', una fantasía como las de antes

Hacía mucho, mucho, mucho tiempo que el cine fantástico no dejaba en las pantallas una joya como Stardust. Si este filme se hubiera hecho en los años 80 (con los medios de aquella época, claro) hubiera sido uno más dentro de una colección de películas inolvidables como La princesa prometida, Willow, La historia interminable, Dentro del laberinto, Cristal oscuro y tantas otras. Unas fueron mejores, otras peores, pero todas ellas dejaron un recuerdo imborrable entre quienes las vimos en aquellos años. Ya sabéis que soy un nostálgico de la fantasía de aquella década. Y Stardust me lleva precisamente a esa época, a esas sensaciones. Al estar rodada en una época en la que la fantasía ya no es como antes, ésta se convierte en una película realmente especial.
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Stardust es una aventura tremendamente entretenida, que despliega una imaginación tremenda que hay que atribuir, en primer lugar, a Neil Gaiman. Conozco poco, más allá de su magnífica reputación, de este autor inglés de fantasía y ciencia ficción, que ha tocado prácticamente todos los campos, desde la novela al cómic (Sandman, Los libros de la magia) pasando por el cine (coguionista de la inminente Beowulf, que tiene una pinta impresionante) y la televisión. Stardust es, originalmente, un relato de fantasía escrito por Gaiman que fue publicado en una miniserie con bastantes ilustraciones. Todavía no lo he leído, pero lo haré en breve porque la historia es fascinante.
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También tiene mucho mérito la dirección de Matthew Vaughan. Esta es su segunda película, después de Layer Cake, cinta que no he visto, y ya se ha comprometido para adaptar al cine el cómic de Marvel Thor. Stardust es fantasía, a veces realmente tétrica, a veces más infantil, pero lo que está claro es que es una película para toda la familia. Normalmente cuando se pone esa calificativo quiere decir que es una película estúpida. Stardust no lo es. Su humor funciona casi siempre sin caer en el ridículo en que suelen caer este tipo de producciones con demasiada facilidad. Es divertida, pero no cargante. Es entretenida, pero no trivial. Es bonita, pero no empalagosa. Casi todo funciona bien en el guión, aunque tiene algún pequeño agujero, que seguramente cabe achacar a la ingenuidad de antaño que desprende la película, alejada de los discursos trascendentalistas en los que suele caer la fantasía moderna.
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Y la película funciona porque tiene un puñado de actores maravillosos. Lo mejor de la película, sin duda alguna, es Michelle Pfeiffer. ¿Cómo hemos podido sobrevivir cinco años sin ver a esta impresionante actriz en la pantalla? Tiene 49 años y sigue siendo una belleza impresionante. Ya quisieran algunas veinteañeras de las que tanto se habla en los medios de comunicación, esas que confunden juventud con belleza como si fuera lo mismo, tener la elegancia de la Pfeiffer. Salvo con su voz en la película de dibujos animados de Simbad (muy recomendable, por cierto), no recuerdo que Michelle Pfeiffer haya hecho antes de villana. ¡Y qué villana! He disfrutado con ella como hacía tiempo que no disfrutaba con una actriz en el cine.
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Leí hace poco una entrevista en la que Michelle Pfeiffer dijo esto: "No estaba muy segura de si quería volver. Había una parte de mí que habría estado muy feliz si me hubiese retirado definitivamente. Acepte particupar en Stardus para ver si disfrutaba del regreso, pensando que tal vez ésta iba a ser mi última experiencia y que no iba a actuar nunca más. Pero disfruté tanto que ahora me doy cuenta de que es algo que tiene que seguir estando en mi existencia". Y en la nuestra, sin duda. ¡No te retires nunca, Michelle!
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Anda por ahí un divertido, aunque a veces algo pasado de rosca, Robert De Niro (sigo viendo en él tanto talento desaprovechado...), un majestuoso Peter O'Toole (siempre es un placer ver en la pantalla al mismísimo Lawrence de Arabia, aunque sea en un papel tan breve como éste), una pareja protagonista un pelín sosa (Charlie Cox y Claire Danes son lo más tópico de la historia aunque tampoco es que estén mal) y algún que otro secundario memorable como el mercader que interpreta Ricky Gervais (al que no conocía de nada y veo que es sobre todo un actor de televisión). o el guardian del muro. Todo ello con un lenguaje más moderno con el que el director considera que ha hecho "una película fantástica-no fantástica". Extraña definición, la verdad...
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Y tenemos unicornios, brujas malvadas, cazadores de rayos, piratas, estrellas, magia, traiciones y ansias de poder, la gran historia de amor y, sobre todo muchísima imaginación. Para todo, para el desarrollo de este particular universo y para situaciones que, de verdad, no se habían visto antes en el cine de género (y me encantaría hablar de un par de ellas, pero ¿por qué destriparos el final si puedo animaros a que lo veaís en el cine...?). Fantasía pura y un entretenimiento de primera. Hacía mucho que no disfrutaba tanto con una película de género como ésta.

martes, octubre 23, 2007

'El jorobado de Notre Dame', una joya no tan conocida de Disney

Disney vivió años de esplendor en los años 90, comenzó una auténtica época dorada. La Sirenita abrió el camino, La Bella y la Bestia (siempre será mi favorita junto con el clásico que es y siempre será Bambi) se convirtió en todo un hito al convertirse en la primera película de animación que pudo ganar el Oscar al mejor filme, Aladdin y El Rey León destrozaron las taquillas... Y muy poca gente se acuerda de que una de las siguientes películas que hizo Disney, quizá su última obra maestra de ese periodo (con permiso de Tarzan, que veo como una película injustamente infravalorada) fue El jorobado de Notre Dame. A pesar de que no es uno de los títulos más conocidos y reconocidos, siempre he pensado que es una de las mejores películas que salió del estudio, unas de las más ricas y completas.

Los seis primeros minutos de la película son simplemente magistrales, uno de los mejores prólogos que se han visto nunca en una película de animación. Sí, El jorobado es una película de dibujos animados. Sí, es un musical. Sí, tiene secundarios cómicos para que disfruten los más pequeños. Pero la historia, basada en la espectacular, oscura y dramática obra de Víctor Hugo, no podía reflejarse en una película sólo para niños. Ese prólogo es oscuro, duro, violento y dramático, seis minutos perfectos, vibrantes y brillantes. Contado como un cuento para niños, descubrimos el origen de Quasimodo, el campanero de la magnífica Notre Dame, cómo llegó allí y quién es el responsable.

Y en esa escena conocemos a uno de los mejores villanos modernos de Disney: el juez Frollo. Víctor Hugo retrató a un mandatario eclesiástico, pero Disney optó por convertirlo en magistrado y darle el poder en París. El estudio esgrimió ese motivo para justificar el cambio, pero es obvio que hubiera habido protestas si ese comportamiento lo mostrara un cura en una película de dibujos animados. Y es que hay dos motores en esta película para explicar las motivaciones de los personajes. El primero, muy habitual en Disney, el amor. Quasimodo y Febo se enamoran de Esmeralda, y ella siente cariño por el primero y amor por el segundo.

Pero Frollo es otra historia. La lujuria es lo que le mueve. Y hay que ser muy valiente para expresar eso es una película de dibujos animados. Es sencillamente espectacular ver cómo la canción de amor de Quasimodo se transforma, temática y visualmente, en el grito lujurioso de un Frollo que clama ante la atenta mirada de unos ficticios inquisidores que parecen salidos del mismísimo infierno. Este es uno de los mejores números musicales que jamás ha metido Disney en sus películas (por cierto, en castellano es Constantino Romero quien dobla a Frollo y quien canta sus canciones).

Tan adulto estaba quedando el contenido visual de este filme, que esta escena llamó la atención de la asociación norteamericana que se encarga de calificar las películas y le llevó a pedir que las líneas de la ropa de la Esmeralda que Frollo ve bailando en el fuego quedaran mejor definidas, para que no diera la impresión de que la gitana está desnuda. Y es que El jorobado de Notre Dame puede ser el primer filme Disney que utiliza de una forma tan abierta y expresa el deseo sexual. Ese uso es tanto visual (el baile de Esmeralda en el Festival de los Locos es, como poco, sugerente) como narrativo.

La animación es de las más conseguidas de la época y, si no me falla la memoria, fue el primer título de este género que utilizó el ordenador para generar escenas de masas. Los paisajes de París y de Notre Dame, ya desde el excepcional comienzo de la película (Notre Dame observada por encima de las nubes en un travelling que acaba en las calles de la capital francesa), son el marco perfecto para la historia.

Y como colofón, cuenta con la mejor banda sonora escrita por Alan Menken (no encuentro otra partitura que haya sabido utilizar los coros de una forma tan maestra como la de El jorobado), quien fue dueño de los Oscar musicales durante tantos años con su trabajo para Disney y que, curiosamente, se quedó sin estatuilla por este título (siempre he pensado que este es uno de los premios más esquizofrénicos de la Academia, en el que casi nunca estoy de acuerdo; aquel año el ganador fue Gabriel Yared por su correcta música para El paciente inglés).

El jorobado es una joya de Disney. Una joya que muchos no han descubierto todavía y, sin duda, el mejor camino para conocer la obra de Víctor Hugo si todavía no la habéis leído.

jueves, octubre 18, 2007

Una de títulos curiosos

Va una de títulos curiosos, títulos que un buen día se decidieron traducir de una forma que nada tenía que ver con el original. Hay de todo. Desde malas traducciones que tergiversan el mensaje del filme o intentos de explicitar de qué va la película, hasta deformaciones sin pies ni cabeza que sólo quieren establecer que tenemos entre manos una comedia disparatada. Por haber, hay incluso algún título que desvela demasiado sobre la película en cuestión y burdos intentos de esquivar nombres en inglés.
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Sin duda alguna, mi traducción inverosímil favorita es la de la película que pone imagen a esta entrada, Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú?, una de las más geniales muestras del talento de Stanley Kubrick. Para mí es la mejor sátira que se hizo nunca sobre la guerra fría, una delirante comedia sobre el momento que tanto temieron americanos y rusos durante tantos años: un general norteamericano se vuelve loco y lanza un masivo ataque nuclear contra la Unión Soviética que nadie parece capaz de abortar a tiempo. Ambos países se enfrentan a una crisis sin precedentes con el ánimo de evitar la guerra nuclear. Y todo depende de los varios personajes que interpreta el gran Peter Sellers en la película. Maravillosa y recomendable a todas luces.
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De todas las películas del listado, incluyo el título en castellano, el título original y una traducción aproximada de cómo debiera haber sido ese título de seguirse al pie de la letra ese original. Así podréis comparar lo que vio un espectador en Estados Unidos y lo que vimos aquí en España. Todos los títulos que hay más abajo son películas que he visto en algún momento, y como vereis hay de todos los géneros y épocas. Es más, seguro que algunas ni siquiera os suenan... No tengo ninguna duda de que hay muchos más, que me obligarán en el futuro, con total seguridad, a hacer una nueva entrega de este post. Será por traducciones horribles... Seguro que os sabéis alguna más...
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· A la caza del lobo rojo – The package – El paquete
· Agárralo como puedas – The naked gun – La pistola desnuda
· Agárrame esos fantasmas – The frighteners – Los asustadores
· Al límite – Bringing out the dead – Desvelando a los muertos
· Algo para recordar – Sleepless in Seattle – Insomnes en Seattle
· Aterriza como puedas – Airplane - Aeroplano
· Atraco perfecto – The kiling – La matanza
· Cadena perpetua – The Shawshank redemption –
· Camino a la perdición – Road to Perdition – Camino a Perdición
· Casada con todos – Married to the mob – Casada con la mafia
· Centauros del desierto – The searchers – Los buscadores
· Con faldas y a lo loco – Some like it hot – A algunos les gusta caliente
· Conspiración de silencio – Bad day at Black Rock – Mal día en Roca Negra
· Corazones de hierro – Casualties of war – Bajas de guerra
· Crimen perfecto – Dial M for murder – Marque A de asesinato
· Cuatro mujeres y un destino –
· De repente, un extraño – Pacific Heights
· Dentro del laberinto – Labyrinth – Laberinto
· Dos hombres y un destino – Butch Cassidy and the Sundance Kid
· Eclipse total – Dolores Claiborne
· El bosque – The village – El pueblo
· El clan de los irlandeses – State of grace – Estado de gracia
· El diablo sobre ruedas – Duel – Duelo
· El guerrero rojo – Red Sonja
· El hombre y el monstruo – Dr. Kekyll and Mr. Hyde – El doctor Jekyll y Mister Hyde
· El ladrón de orquídeas – Adaptation – Adaptación
· El malvado Zaroff – The most dangerous game – El juego más peligroso
· El príncipe de Zamunda – Coming to America – Llegando a América
· El protegido – Unbreakable – Irrompible
· El quinteto da la muerte – The Ladykillers – Los asesinos de la mujer
· El secreto de la pirámide – Young Sherlock Holmes – El joven Sherlock Holmes
· Ellas dan el golpe – A league of their own – Una liga para ellas
· En busca del valle encantado – The land before time – La tierra antes del tiempo
· Encadenados – Notorious – Notorio
· Fievel y el nuevo mundo – An american tail – Un cuento americano
· Granujas a todo ritmo – The Blues Brothers – Los hermanos Blues
· Héroe por accidente – Hero – Héroe
· La ley del silencio – On the waterfront – En la línea de costa
· La mujer y el monstruo – Creature from Black Lagoon – La criatura de la Laguna Negra
· La noche se mueve – Night moves – Movimientos nocturnos
· La semilla del diablo – Rosemary’s baby – El bebé de Rosemary
· La zíngara y los monstruos – House of Frankenstein – La casa de Frankenstein
· Ladrón de bicicletas – Ladri di biciclette – Ladrones de bicicletas
· Lazos ardientes – Bound – Límite
· Los gemelos golpean dos veces – Twins – Gemelos
· Matar o no matar, ese es el problema – Theater of blood – Teatro de sangre
· Mentiras arriesgadas – True lies – Mentiras de verdad
· Morir todavía – Dead again – Muerto de nuevo
· Paro clínico – Article 99 – Artículo 99
· Perdición – Double Indemnity – Doble indemnización
· ¿Qué sucedió entonces? – Quatermass and the pit – Quatermass y el pozo
· Recuerda – Spellbound – Hechizado
· Satanás – The black cat – El gato negro
· Solamente se vive una vez – Head above water – La cabeza por encima del agua
· ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú – Dr. Strangelove or: How I stopped worrying and love the bomb – Doctor Strangelove o cómo dejé de preocuparme y amé la bomba
· Ultimátum a la tierra – The day the aerth stood still – El día en que la Tierra permaneció inmóvil
· Un cadáver a los postres – Murder by death – Muerte por asesinato
· Una terapia peligrosa – Analize this – Analice esto

lunes, octubre 15, 2007

Viggo Mortensen, un actor en alza

Viggo Mortensen es uno de los actores a los que más cariño estoy cogiendo últimamente y sobre los que más ha cambiado mi opinión desde la primera vez que le vi. Tenía papeles en películas como Atrapado por su pasado (no me cansaré nunca de recomendar esta brillante película de Brian de Palma, a pesar de que no mucha gente la conoce), Marea roja o Pánico en el túnel, pero ninguno de ellos me dejó nada en el recuerdo, nada que apuntara en mi mente a un gran actor. Cuando le vi en Un crimen perfecto no acababa de ver por qué Gwyneth Paltrow le prefería antes que a Michael Douglas... Y entonces me enteré de que iba a ser Aragorn en El Señor de los Anillos. No me gustó la elección, lo admito. En la primera película no me convenció del todo. Es más, recuerdo haber dicho que Sean Bean, que interpretó a Boromir, habría hecho un Aragorn extraordinario, mejor que el de Viggo.

Mi opinión empezó a cambiar con Las dos torres. ¿Os acordáis de la secuencia en la que cree que los orcos han matado a los hobbits y lanza un grito desgarrador mientras le pega una patada de rabia a un casco? Ahí vi de verdad a Aragorn por primera vez y me quité de la cabeza al actor que conocía de antes. Ese grito me entusiasmó y a partir de ahí me enganchó (nota: en los maravillosos extras de la edicción de coleccionista de la película, Viggo revela que la toma que aparece en la película fue la tercera que hicieron y que quedó auténtica porque al pegar la patada se rompió dos dedos del pie; ¡qué grande es el cine!). Visualmente me encantó como Alatriste, a pesar de que su acento me rompía la magia y de que la película me pareció muy decepcionante, por ser cortés. Y me ha cautivado del todo con las dos películas que ha hecho con David Cronenberg.

Una historia de violencia me sorprendió, tanto el trabajo de su director como el del actor. Me encantó, me pareció brillante, aunque la película tenía sus altibajos. Viggo estaba a la altura de mi admiradísimo Ed Harris (un actor que nunca tendrá todo el reconocimiento que a mi juicio merece), y eso es mucho decir. En Promesas del Este directamente se convierte en el alma de la película. No creo que me hubiera creído toda esta trama de la mafia rusa en Londres si no hubiera sido por él. He leído que Viggo se marchó a Rusia sin traductor y por su cuenta para conocer de cerca el mundo al que iba a dar vida en la película. Y que habló con gente que "no era precisamente con quien me iría de copas". Me encanta la profesionalidad de Viggo Mortensen, la que le llevó a aprender a una velocidad de vértigo a manejar una espada para El Señor de los Anillos o la que le llevó a recorrer las calles de León para conocer el ambiente de España para Alatriste.

Promesas del Este, al margen del impresionante trabajo de Viggo Mortensen (me imagino que será más impresionante todavía en versión original, puesto que se pasa toda la película hablando en ruso y en inglés con acento ruso), hay que decir que es una muestra más del cine adulto en el que se ha metido Cronenberg últimamente. Ha abandonado el terror explícito de sus primeros años en aras de un cine más complejo. La puesta en escena es envidiable, la forma de rodar es limpia y precisa. Violencia, la justa para meternos de lleno en la realidad de un mundo que desconocemos. Y Naomi Watts, como siempre, maravillosa. Merece la pena, a pesar de que es una película algo previsible y que no tiene el espectacular final que nos dejó Una historia de violencia, uno de los más bonitos y poéticos de la historia del cine.

sábado, octubre 13, 2007

'El orfanato': sí, pero no

Sí, pero no. Esa es la conclusión que saqué de El orfanato. Sí, porque me lo pasé en grande en las dos horas que dura la película. Fui a ver una película de terror y viví terror en muchas escenas, algo que hacía mucho tiempo que ningún filme conseguía provocarme en una sala de cine. Sí, porque es un relato elegante, bien contado, bien llevado, con una puesta en escena brillante, sin caer en innecesarios momentos gore (bueno, tiene uno y no dejo de preguntarme si forma parte del imaginario del director, Juan Antonio Bayona, o si es un intento de complacer al productor, Guillermo del Toro), porque tiene un atractivo visual innegable y porque es un hábil producto de género. Sí, porque está bien interpretada y dirigida. En general, sí.
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Pero no porque algo falla. No porque es una película demasiado influenciada por montones de películas anteriores, construida sobre esquemas que sabemos que no fallan en la taquilla. Es imposible ver El orfanato y no acordarse de Los otros por la temática, por la atmósfera, por la música e incluso por el papel protagonista, que no es sino una madre capaz de hacer lo imposible por proteger a sus hijos (Belén Rueda, esa actriz a la que primero se vilipendió antes de ver Mar adentro y luego se encumbró de forma desmedida, hace un buen trabajo, por cierto, porque es una buena profesional). Pero hay otras muchas referencias. Hay una escena casi calcada de Poltergeist y otras muchas sacadas de cualquier película de casas encantadas, en especial el clásico La mansión encantada, de Robert Wise (esa que tuvo un horripilante remake que se bautizó aquí en España como La guarida).
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No porque hay muchas trampas en la película. Hay trampas visuales que no voy a revelar para no destripar a nadie la película (sabéis lo mucho que odio que eso se haga de forma pública y sin avisar). Hay personajes, historias paralelas, que quedan sin explicación y que aparecen sin tener demasiado sentido en la historia de fondo que se intuye. No, definitivamente algo falla, aunque a veces es realmente difícil explicar de qué se trata. Y es difícil porque, insisto, durante las dos horas que estuve sentado en la butaca, me lo pasé en grande. No hay sustitos, hay terror. Son dos cosas distintas. El orfanato prometía terror y ofrece terror. Esa es su mayor virtud, que es una película honesta, al margen de los defectos que pueda tener.
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Eso convierte a este título en una dignísima película de género, muy bien hecha y muy entretenida. Pero volvemos al problema de siempre. En España tenemos la absurda costumbre de buscar siete u ocho obras maestras todos los años, cuando hay muchos en los que no se llega a ver ni una sola. El orfanato, antes incluso de ser estrenada, ya era una obra maestra, ya había sido seleccionada para representar a España en los Oscar y ya había vendido sus derechos para hacer un remake nortemaericano. Esta película no morirá por este éxito medianamente artificial porque merece la pena y seguro que la gente acudirá a verla, pero es una pena que el márketing le gane la partida al cine. Porque, al final, del márketing nos olvidaremos todos, pero la película perdurará para siempre.

martes, octubre 09, 2007

Secuela para 'La Reina'

Qué extraño suena que una película como La Reina pueda tener una secuela... y sin embargo qué inteligente me ha parecido el planteamiento. Peter Morgan, guionista de aquella película, está ya trabajando en un nuevo proyecto que pretende ser una continuación de lo que se contaba en La Reina. ¿La novedad? Que ya no veremos la narración a través de los ojos de esa Isabel II tan maravillosamente interpretada por Helen Mirren, sino por medio del ya ex primer ministro británico Tony Blair.

Esta especie de continuación se centraría en las relaciones de Blair con los presidentes de Estados Unidos con los que coincidió durante su mandato, Bill Clinton y George W. Bush. ¿Llegará la película hasta la guerra de Irak? ¿Veremos a algún actor interpretando a José María Aznar? Sería, desde luego, una valiente forma de ver los entresijos de la política, una forma que en España no se estila. ¿Se imagina alguien un plano como el que aparecía en La Reina de Tony Blair en su cocina con la camiseta del Newcastle trasladada a la política española con un actor haciendo de Zapatero, Rajoy, Aznar, Felipe González o cualquier otro? Imposible, ¿verdad...?

Si todo va según lo planeado, Morgan comenzará a escribir el guión a finales de este año y la película contaría con los mismos productores que La Reina. Aunque todavía no hay nada oficial, se espera que repita Michael Sheen, el actor galés que dio vida al político británico en aquella primera película. A Sheen se le ha podido ver en películas como El reino de los cielos, las dos partes de Underworld o Diamante de sangre.

miércoles, octubre 03, 2007

El (imprescindible) montaje del director de 'El reino de los cielos'

Cuando uno ve una edición especial o un montaje del director hay dos grandes posibilidades. La primera es que sea un método más de sacar dinero. Tenemos una película de razonable éxito, tenemos mucho material que se ha quedado en la sala de montaje y tenemos afán de seguir sacando beneficios en el mercado del DVD. Solución, editamos una una película con cinco, diez, veinte o treinta minutos más, al margen de que sean necesarios, de que mejoren la película o de que cuenten con el beneplácito de sus autores. Porque lo único que importa es ganar dinero y los fans de una película normalmente están dispuestos a picar para conseguir un nuevo montaje de la misma con escenas nuevas.

El segundo camino normalmente lo emprende el director. La película que se ha estrenado en el cine no es exactamente la que él había visualizado. Y sacando partido de ese afán económico del productor, le convence para que le deje hacer un montaje más personal. Con estos montajes se suele remediar el daño que se ha hecho al estrenar una película, lastrándola con la ausencia de secuencias y personajes importantes sólo para conseguir que la duración sea apta para que haya cinco sesiones al día y no tres (así se venden más entradas) o que la calificación por edades no sea restrictiva (se amplía el público que puede acceder a la sala).

Después de ver el montaje del director de El reino de los cielos, me decanto por la segunda opción y censuro con toda mi alma a los productores, distribuidores o responsables que hayan decidido en su día cortar tanto esta película. Siempre he pensado que Ridley Scott es uno de los grandes directores de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Pero, por algún motivo, casi siempre ha tenido problemas con el montaje final de sus películas. Y también con la crítica, que siempre ha gustado de despedazar cada uno de sus trabajos, por muy notables que puedan ser. Eso sucedió con El reino de los cielos, una película denostada en su día con críticas facilonas y que a mí, en su momento, me pareció un espectáculo realmente entretenido.

Ahora veo este nuevo montaje y rectifico. El reino de los cielos es una gran película. No es una obra maestra, no está entre las grandes maravillas de su director (Alien, Blade Runner, Thelma & Louise), pero sí es una gran historia. Ahora sí. Al verla en el cine, era obvio que faltaban muchas cosas. Era imposible entender cómo un herrero (Orlando Bloom; no es un gran actor pero con esta película demostró que podía ser alguien más que Legolas en la pantalla) se convertía, casi de la noche a la mañana, en todo un caballero del reino de Jerusalén. Era imposible entender las decisiones que adoptaba la reina de Jerusalén (una Eva Green a la que no conocía y que me sorprendió muy positivamente).

El montaje del director añade escenas del inicio y ayuda a entender el dolor de Balian por la muerte de su esposa. Extiende muchísimo el personaje de Sybila, hasta el punto de darle un hijo que había desaparecido del montaje cinematográfico. Sin él, sin esa parte de la historia, no se puede entender mucho de lo que sucede después. Recrea casi desde cero la relación entre Balian y el rey Balduino (que en el original tiene la voz de Edward Norton), dando una mejor y mayor explicación de por qué confian tanto el uno en el otro. Explica tantas cosas que se hace difícil entender por qué se cayó tanto material en la sala de montaje.

Este nuevo montaje mantiene todas las cualidades de la película estrenada en cine. Actores bastante correctos (es una gozada oír a Jeremy Irons en la versión original o ver el enésimo papel de maestro de Liam Neeson; pero si un actor me gustó de verdad es el sirio Ghassan Massoud, que interpreta a Saladino), una fotografía preciosa que distingue de maravilla los distintos escenarios y tonos de la película, un diseño de producción extraordinario y una música de Harry Gregson-Williams (esto sí que no lo entenderé nunca en Ridley Scott, cómo contando con músicos en estado de gracia rellena sus películas con temas de otros: aquí usa música de Hannibal, El cuervo: ciudad de ángeles y El guerrero nº13).

La película pasa de 130 a 185 minutos. Esos 55 minutos más tampoco ponían la película en una duración imposible de estrenar. Pero los productores decidieron cortar indiscriminadamente. Una pena, porque El reino de los cielos que conocerán la mayoría de los espectadores no será el mismo que tenía en mente Ridley Scott cuando rodó la película, el que yo he visto en este nuevo montaje. Menos mal que nos queda el DVD...

"No muestres temor cuando estés ante el enemigo
Sé valiente y recto para que Dios te ame
Di la verdad siempre aunque te conduza a la muerte
Protege a los indefensos y sé justo
Este es tu juramento
Y esto es para que no lo olvides"

martes, octubre 02, 2007

'Bitelchús', los inicios del mundo imaginario de Tim Burton

Cuando la gente habla de Tim Burton, suele olvidarse de sus primeras películas. Parece que este fabuloso narrador de historias nació con la obra maestra de Ed Wood (no deja de ser curioso que todo el mundo empezara a elogiarle con una película que a Madrid llegó sólo en versión original y a dos salas, pero en fin...). Si acaso alguien se acuerda que dirigió las dos primeras películas de Batman, pero acto seguido suele establecerse que eran películas de estudio, nada de historias personales como las que le gusta contar a este fabulador. Incluso puede que alguien mencione Eduardo Manostijeras, que, pese a Big Fish o las fantasías de stop motion que ha realizado (Pesadilla antes de Navidad y La novia cadáver), me sigue pareciendo su película más redonda.
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Pero nadie, o casi nadie mejor dicho, se acuerda de Bitelchús... Pongámonos en situación. Después de trabajar como animador para Disney (recomiendo encarecidamente el corto Vincent, homenaje a ese mago del cine de terror que fue Vincent Price), de hacer algún corto (el delirante Frankenweenie, o cómo llevar el mito de Frankenstein al mundo de los perros...) y algún que otro trabajo para la televisión, en 1985 dirige su primer largometraje, La gran aventura de Pee-Wee, un vehículo a mayor gloria del cómico Paul Reubens. Con estas credenciales, un joven que no llega a 30 años encara su segunda película: Bitelchús (horrenda traducción española para Beetlejuice).
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Se trata de una comedia negra sobre el mundo de los muertos. Una joven pareja (Geena Davis y Alec Baldwin) vive feliz en una casa enorme de un pequeño pueblecito americano. Pero tienen un accidente de coche y mueren. Como fantasmas, se quedan atrapados en su casa. Ese rincón idílico se convertirá en la peor de sus pesadillas con la mudanza de una familia urbanita de lo más peculiar. La pareja usará todas las artimañas del mundo de los vivos y del de los muertos para hacer que se vayan. Y en estas aparece un curioso ser, llamado Bitelchús, un fantasma sádico y lujurioso, un peligro para todo ser, viviente o no, para, supuestamente, echarles una mano.
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La idea original era hacer una película bastante morboso y mucho menos cómica. Si finalmente acabó como la hemos conocido fue, sobre todo, por Michael Keaton. El actor, que da vida a Bitelchús, le pidió libertad a Tim Burton para hacer su personaje mucho más cómico. No deja de ser curioso que, a pesar de que su personaje da título a la película, Keaton apenas tardara dos semanas en rodar sus escenas, que no llegan ni siquiera a 20 minutos de los casi 100 de película... Con su desmadrado pero acertadísimo trabajo, no es de extrañar que sea el personaje al que más aprecio tiene Keaton. Y tampoco es de extrañar que provocara pánico entre los fans de Batman cuando se anunció un año más tarde que Keaton sería el héroe de Gotham City a las órdenes de nuevo de Tim Burton...
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Del reparto hay que destacar algunos nombres más. Winona Ryder, apenas una quinceañera, daba aquí sus primeros pasos cinematográficos en el papel de una adolescente siniestra y con capacidad para ver a los muertos. Juliette Lewis, que destacaría con El cabo del miedo unos años después, hizo una prueba para conseguir el papel. Cathetine O'Hara, una estupenda actriz de comedia (que ha hecho mucho doblaje de animación, incluyendo un personaje en Pesadilla antes de Navidad), consiguió su papel, madrastra apasionada por una escultura que no domina en absoluto, por una enfermedad de Anjelica Houston. Y Jeffrey Jones borda su personaje, un hombre cansado de la vida en la gran ciudad que busca el relax en el campo pero que no duda en lanzarse a cualquier proyecto comercial que le pueda dar dinero... incluso explotar la presencia de fantasmas en su casa.
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Cuánta imaginación derrocha Tim Burton y su equipo, especialmente en la recreación del mundo de los muertos. Cuántos detalles para no perderse tiene esta película, como ese viaje inicial por el pueblo que finaliza con la aparición inesperada de una araña (en un precioso homenaje a la ciencia ficción de los años 50 y 60) o el delirante baile calypso, por cierto un tema que propusieron Catherine O'Hara y Jeffrey Jones. Y cuánta imaginación derrocha Danny Elfman, autor de la banda sonora, compañero habitual de Burton en sus películas, con un desatado tema central y una acertadísima elección de temas y tonos para cada una de las escenas.
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Una delirante comedia fantástica, muy propia de su época, los añorados años 80. Y una buena muestra del cine de Tim Burton. Hay mucho aquí de Tim Burton para quien lo quiera buscar.