jueves, agosto 30, 2007

Corazón de dragón

Los dragones no tienen una gran historia cinematográfica. No hay muchas películas basadas en estas criaturas fantásticas que hayan conseguido dar en el clavo. Alguna vez he hablado de El dragón del lago de fuego, quizá la única que supo plasmar en la pantalla, con los limitados efectos visuales que permitían los primeros años 80, la grandiosidad de este ser. En 1996 hubo otra película que se ganó mis simpatías y las de muchos: Dragonheart. Modesta, y se nota en cómo se camufla la falta de medios técnicos, pero con mucha imaginación, con un guión precioso y actores muy interesantes.

Dragonheart (en España se subtituló como Corazón de dragón) cuenta la relación entre Bowen, un caballero, el último que sigue el viejo Código de honor y que ha jurado acabar con los dragones, con el último ser de esa noble estirpe. Rob Cohen (XXX, Pánico en el túnel, Stealth: la amenaza invisible) nunca ha conseguido dirigir una película tan entretenida y simpática como ésta, y lo mismo sucede con otros miembros del equipo, sobre todo con Randy Edelman, autor de una banda sonora preciosa, de un tema para mí inmortal (y que en los años siguientes se pudo escuchar en muchos trailers, por ejemplo, si no me falla la memoria en Siete años en el Tibet), a cuya calidad no ha vuelto nunca a aproximarse.

Dennis Quaid, que por aquel entonces (1996 es el año de estreno de esta cinta) llevaba unos cuantos años perdido para el cine, interpreta a Bowen. Y da gusto verle tan metido en un papel que le viene como anillo al dedo. Dina Meyer (Starship troopers, la serie inédita en España Birds of prey) es la actriz de la función. Siempre me ha dado pena que Dina no llegara a ser de verdad una gran estrella. Otras muchas niñas monas con muchísimo menos talento que ella sí lo han conseguido. Pete Postlethwaite (En el nombre del padre, Jurassic Park: El mundo perdido) borda ese fraile metido a poeta, secundario cómico de la película. David Thewlis (ahora más conocido como Remus Lupin en la saga de Harry Potter) tiene el papel más fácil de hacer, el del villano de la función. Y Julie Christie (Doctor Zhivago, Troya) aporta toda la clase que tiene.

Pero el plato fuerte de una película sobre dragones tiene que ser por fuerza el dragón. Sean Connery dobló a Draco en el original. El escocés siempre ha sido de mis actores predilectos, y su voz es impresionante, muy adecuada además para una criatura que se mueve en un entorno medieval como éste. Para la versión española se contó con Paco Rabal, una voz maravillosa también. Personalmente, en todo caso, me quedo con la original. Connery es mucho Connery. Y visualmente el dragón es una delicia, así que ¿qué más se puede pedir para pasar algo más de hora y media de entretenimiento de calidad?

Para siempre, además, queda ese Código de honor que oímos recitar varias veces durante la película, la mejor cuando Bowen lo recuerdo en todo su esplendor en Avalon, junto a la tumba del Rey Arturo.

"Un caballero debe ser valeroso
Su corazón sólo conoce la virtud
Su espada defiende a los desvalidos
Su fuerza sostiene a los débiles
Su palabra sólo dice la verdad
Su ira aniquila al malvado"

viernes, agosto 24, 2007

'TMNT', un regreso divertido

Vuelven las Tortugas Ninja, seguramente con bastante menos fuerza que a comienzos de los años 90, cuando se convirtieron en los personajes de moda (gracias al cómic, los muñecos, la serie de dibujos animados y la primera de las tres películas que protagonizaron), pero han vuelto. El envoltorio esta vez es una película de animación por ordenador que cumple bastante bien con las expectativas y se convierte en un entrentenido relato, algo irregular, pero que hará las delicias de quienes gusten de las aventuras de estas cuatro tortugas mutantes. Como es mi caso, por cierto... Y es que le cojo cariño con facilidad a los héroes de cómic en la gran pantalla...

La historia nos coloca aparentemente un año después de lo que sucedía al final de las dos primeras aventuras cinematográficas. No es que guarde una continuidad exhaustiva, pero sí hace relación directa a bastantes de los acontecimientos de aquellas dos historias. Lo más sorprendente es que April O'Neil, a quien conocimos como periodista, aparece por primera vez en la película como una especie de Lara Croft (nada disimulado el parecido en el vestuario) y se convierte en una ninja más en el clímax. Supongo que es el precio que hay que pagar por esa falsa igualdad entre sexos que suele vender el cine y la obligatoriedad de que haya una heroína...

TNMT es hora y media muy entretenida y que presenta un nivel de animación bastante alto (ver sobre todo la pelea bajo la lluvia, la recreación del agua resbalando por la piel de las tortugas es una delicia visual para los enamorados del género), y desde luego como película es bastante superior a las de acción real que vimos a lo largo de la década de los 90. Por supuesto, se pagan los peajes habituales de este tipo de cine: canciones rockeras a lo largo de toda la película, una resolución algo precipitada y que algunos personajes queden un poco de lado (esta vez le toca a Donatello, ya que la historia se centra claramente en Leonardo y Raphael, y Michelangelo se erige en el secundario cómico por excelencia de TNMT).

La animación suele tener un déficit bastante acusado de géneros como la fantasía y la ciencia ficción, y apuesta mucho más por el producto infantil. Por eso de vez en cuando viene bien ver películas como ésta (es la misma sensación que tuve ante películas que, también es verdad, son mejores que ésta, como El gigante de hierro o Titán A.E.). Es una cinta claramente fantástica, de tonalidades visuales bastante oscuras (casi toda la película se desarrolla en un Nueva York nocturno) aunque la historia no lo sea tanto y quede también apta para los más pequeños. A mí, desde luego, me ha entretenido y tampoco es que le pidiera mucho más.

Queda una gran puerta abierta para una secuela (no sólo porque un personaje de cómic siempre lo permita, sino porque hay claras referencias al regreso del viejo enemigo que todo fan de las tortugas ninja conoce más que de sobra...), aunque todavía no hay noticias reales de que se vaya a hacer. Lo que sí se dijo es que el mismo equipo que ha hecho TNMT (no entiendo por qué en España la coletilla es Tortugas Ninja Jóvenes Mutantes; o se cambian las siglas del título, o se deja tal cual, o se queda como conocemos todos a la franquicia, las tortugas ninja) se iba a hacer cargo de una adaptación, también mediante animación por ordenador, del Comando G, esa antigua serie japonesa de los años 70 que ya ha tenido un revival en cómic en este siglo XXI.

martes, agosto 21, 2007

'Munich', la hasta ahora última maravilla de Spielberg

Hace ya casi dos años que no vemos una película de Steven Spielberg, al que todos esperamos ver en todo su esplendor aventurero en 2008 con la cuarta entrega de Indiana Jones. La última maravilla que nos ha dejado este pedazo de director, hasta el momento, es Munich, una película necesaria, valiente, cinematográficamente extraordinaria, con un guión portentoso y unas actuaciones memorables. Mantengo desde hace mucho tiempo que no hay un director vivo capaz de igualar el genio y la maestría de Spielberg, aunque siempre da la sensación de que hay gente esperanda cada película suya para despedazarla o, en el mejor de los casos, infravalorarla. Y algún día, esperemos que muy lejano, Spielberg morirá y entonces seguro que todos saldrán a reconocer su genio y admitirán que ha marcado su infancia, su juventud y, en general, su vida como espectadores de cine.
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Munich, por si alguien todavía no lo sabe, comienza con el asalto a la villa olímpica de la ciudad alemana en el año 1972, que finalizó con la muerte de once atletas israelíes y explica la respuesta violenta y no oficial que dio el gobierno israelí, el intento de asesinato de once supuestos responsables de la masacre de Munich. No parece una película fácil de hacer en los tiempos que corren, en los que dibujar una caricatura de Mahoma provoca revueltas sociales, en los que vivimos bajo la permanente amenaza de grupos terroristas y en los que cualquier alusión a un país, una religión o un hecho histórico corre el riesgo de convertirse en una ofensa de Estado.
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Pero Spielberg cogió el toro por los cuernos y se arriesgó a hacer una película dura que tiene un claro mensaje de fondo: la violencia no sólo no conduce a nada sino que marca para siempre las vidas de quienes la sufren y la ejecutan. Es todo un alegato en contra de los asesinatos selectivos (sin por ello dejar de mostrar los puntos de vista de quienes los consideran necesarios), un canto a la vida (como reflejan escenas tan emocionantes, en el significado más amplio de la palabra, como la del personaje de Eric Bana, Avner, llorando al escuchar a su niña balbucear por teléfono, sin haberla podido conocer todavía por su misión asesina) y una reflexión muy necesaria todavía hoy.
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Sin un guión extraordinario como éste (Tony Kushner retocó el original de Eric Roth, basado en la novela de George Jonas), no se podría haber hecho una cinta tan maravillosa. Lo mismo sin el magnígico trabajo de fotografía de Janusz Kaminski (nueve películas con Spielberg desde la prodigiosa La lista de Schindler) o la emocionante música del maestro John Williams (que ha hecho todas las películas de Spielberg salvo El diablo sobre ruedas, Loca evasión y El color púrpura, construyendo el mejor binominio cineasta-compositor de la historia del cine).
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Pero sin un reparto como el que presenta Munich, nada habría sido posible. Eric Bana lo encabeza. Le descubrí y minusvaloré en la horrenda Hulk, me entusiasmó como Héctor en la aburrida Troya (sin duda Bana era lo mejor del film) y me emocionó en Munich. Daniel Craig me dejó sin palabras antes de convertirse en James Bond. Y el resto de nombres, semidesconocidos para la mayoría como decía, bordan sus papeles, ya sean principales o secundarios. Desde los miembros del comando de Avner (junto a Craig, Ciarán Hinds, Mathieu Kassovitz y Hanns Zischler) hasta la asesina holandesa que interpreta Marie-Josée Croze, pasando por Geoffrey Rush, que da vida al mando del Mossad que da las órdenes al grupo israelí al que seguimos con sumo interés durante las dos horas y media de la película.
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Cinematográficamente hablando, para quien crea que rodar una película es fácil, Munich es el ejemplo perfecto de que se equivoca. Cada plano es una auténtica obra de arte, puesto en la película por un motivo, con un sentido, con el fin de crear una emoción distinta. En sencillamente impresionante ver las sensaciones que Spielberg es capaz de provocar en el espectador con un giro de cámara, con un reflejo perfectamente estudiado en un cristal, con una coreografía sencillamente perfecta, con un movimiento casual que pasa inadvertido en un principio, con un brillante montaje paralelo de secuencias en apariencia inconexas...
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Y es que Spielberg, digan lo que digan quienes se empeñen en criticarle, es uno de los grandes directores de los dos siglos que le han visto trabajar. Para mí el mejor cineasta vivo. Porque nadie como él ha conseguido hacer creíble la visita de unos extraterrestres a la Tierra, volar por delante de la luna, correr delante de una bola gigantesca, la persecución de los nazis a los judíos, ver dinosaurios de carne y hueso en movimiento, la paradoja de un hombre que no puede salir de un aeropuerto, la odisea de un robot que quería ser un niño, el pánico que desata un tiburón o un Peter Pan adulto. Spielberg no hace películas, sino que plasma en el cine la materia de la que están hechos los sueños. Mis sueños y los de millones de espectadores en todo el mundo.

sábado, agosto 18, 2007

'Ratatouille': Pixar mantiene alto el nivel

El cine de animación vive un periodo de cierto estancamiento. Las mismas historias, los mismos protagonistas, los mismos chistes... Las mismas películas, en definitiva. Desde que Disney alcanzó la plenitud de su última época dorada (La Bella y la Bestia sobre todo y también El Rey León serán siempre mis favoritas) han salido películas más que interesantes en este género que todavía algunos siguen pensando que es sólo para niños, pero la amplia mayoría de los títulos tenían cierto tufo infantiloide (que no infantil, no confundir; ojalá se hiciera hoy en día el cine infantil que vimos en los años 80) que acababa con todos los buenos deseos que destilaban sus aparentemente entretenidas propuestas.

Y en esto apareció Pixar, un estudio dedicado a hacer cine de animación por ordenador que, en alianza con Disney, se lanzaba al mundo del largometraje. Acababa de nacer Toy Story. Un pequeño gran clásico del género. Después llegaron otras películas por encima de la media como la propia secuela de Toy Story, Monstruos S.A. o Buscando a Nemo. Y algo más tarde, cuando todos los estudios habían decidido cerrar sus estudios de animación tradicional y lanzarse al mundo del ordenador, llegaron Los Increíbles, dirigida por un tal Brad Bird. Anotad el nombre.

Y digo que lo anotéis porque es lo malo del cine de animación. La gente no se queda con los responsables de las películas. Y eso es posible que le haya pasado hasta ahora a Brad Bird. Nadie le recuerda como el director del episodio Perro de familia en los Cuentos Asombrosos que produjo Spielberg para televisión. Casi nadie le recuerda como el director de una de las mejores películas de animación de la última década (me atrevería incluso a decir que la mejor si no fuera por la deficiente calidad de la animación en algunos momentos; ya se sabe que hace falta dinero para hacer una película), El gigante de hierro. Y la gente empezó a quedarse con su nombre después de ese fabuloso entretenimiento que es Los Increíbles.

Llegamos al presente. Tras la pequeña decepción de la previsible y rutinaria Cars, lo mejor que se puede decir de Ratatouille es que Pixar mantiene su gran nivel habitual. El tercer largometraje de Bird, segundo para Pixar/Disney, es una película fresca, entretenida, divertida y humana. Una de esas por las que da gusto pagar la entrada, y más teniendo en cuenta lo que ofrece la maquinaria hollywoodiense para pasar este verano. Ante todo, evita el principal problema del cine reciente de animación y no se trata de una película infantiloide, no trata al espectador como si fuera un estúpido que sólo puede reírse de bromas escatológicas. Que no se trata del típico producto de dibujos animados se puede intuir ya por la duración, cercana a las dos horas y alejada de los rutinarios 90 minutos en los que los directores de animación suelen despachar sus historias prefabricadas.

Visualmente, es una auténtica maravilla. Y no estoy hablando sólo de dinero, de presupuesto y de años empleados en hacer una película, no (aunque se me va a quedar para siempre grabado ese plano giratorio de todo París...). Eso ya lo tienen todos los productos de animación. Hablo de genialidad, hablo de encuadres maravillosos, de coreografías tan sutiles como perfectas, de movimientos de cámara pensados para seguir a los personajes y también a la historia, de unos personajes, ratas y humanos por igual, creíbles y muy bien definidos. Y si a eso le sumas un guión cuidado (que cae en algún tópico de la animación, de acuerdo, pero con categoría), el resultado no puede ser otro que la mejor película de animación de este año y de unos cuantos más. Entretenidísima.

De Ratouille, además, me han gustado aspectos ajenos a la película. Un breve corte explicativo de manos de sus creadores sirve para enlazar esta película con los mejores éxitos de Pixar. Unos títulos de crédito divertidos (que, por cierto, terminé de ver totalmente solo en el cine; allá el personal, ellos se pierden un cuidadao trabajo con el que finalizar una muy buena película). Y el obligado corto que nos ha acostumbrado Pixar a ver antes del largo. Ese Abducido que precede a Ratatouille es tan divertido como la película. Así sí se hace cine de animación, así sí...

Por cierto, ratatouille es el nombre de un plato hecho a base de vegetales procedente de Francia, como se explica perfectamente (maravilloso flashback con uno de los mejores personajes secundarios de la película) durante las dos horas y diversión que ofrece este título...

domingo, agosto 12, 2007

Seis posibles títulos para 'Indiana Jones 4'

Seguimos sin saber el título que tendrá la cuarta entrega de las aventuras de Indiana Jones, pero ya tenemos una valiosa pista. Lucasfilm ha registrado hasta seis posibilidades ante MPAA, la asociación del cine norteamericana. ¿Será uno de estos el título definitivo o por el contrario una forma más de despistarnos a todos...? Todavía tendremos que esperar para saberlo... Los seis títulos registrados son estos:

- Indiana Jones and the City of Gods (Indiana Jones y la Ciudad de los Dioses).
- Indiana Jones and the Destroyer of Worlds (Indiana Jones y el Destructor de Mundos).
- Indiana Jones and the Fourth Corner of the Earth (Indiana Jones y la Cuarta Esquina de la Tierra).
- Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull (Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal).
- Indiana Jones and the Lost City of Gold (Indiana Jones y la Ciudad Perdida de Oro).
- Indiana Jones and the Quest for the Covenant (Indiana Jones y la Búsqueda del Convenio).

No me convence mi propia traducción del último título, pero me da que va a tener connotaciones religiosas que no conoceremos hasta tener más detalles del argumento de la película... La foto con la que acompaño la entrada es un supuesto cartel inicial para la película, pero tengo la sensación de que es un montaje que ha hecho algún fan con el fondo de la web oficial de Indiana Jones.

sábado, agosto 11, 2007

'Los 4 Fantásticos y Silver Surfer' o cómo pasarlo bien con un producto de bajísima calidad

Aviso a navegantes: este es el texto más contradictorio que voy a escribir en este blog. Y empiezo con la declaración de intenciones para que nadie se lleve a engaño. Los 4 Fantásticos y Silver Surfer es una película de bajísima calidad, seguramente bastante mala. Pero la verdad es que me lo pasé bien. Y dicha esta contradicción, que puede sonar como una auténtica barbaridad (y asumo que lo es), paso a explicarme en detalle, como siempre sin desvelar detalles esenciales de la película en cuestión que pueda arruinar su visionado a quien todavía no la haya visto (si teníais ganas de verla, ya tiene mérito que no os la hayáis bajado de Internet, habida cuenta de los más de dos meses que han pasado desde el estreno en Estados Unidos).

Las sagas de superhéroes que habíamos visto hasta ahora partían de un arranque modesto para ir subiendo en intensidad. Por ejemplo, X-Men o Spider-Man, donde la secuela superaba en dramatismo, espectacularidad y duración a la original. Los 4 Fantásticos no. Ésta es una continuación natural de la primera parte en todos los sentidos. Es básicamente lo mismo, explota los mismos puntos fuertes y débiles de la primera entrega sin profundizar nada más en lo ya establecido. Recuerdo una crítica que leí en Internet hace tiempo sobre aquella primera película, calificándola como "la mierda más entretenida que había visto". Esta se merece también una valoración similar.

La secuela multiplica las secuencias de acción, pero las reduce a la mínima expresión. Son breves, son demasiado rápidas, saben a poco en definitiva aunque en algunas uno tenga la sensación de que están muy cerca de capturar la esencia de los 4 Fantásticos (el primer enfrentamiento en el aire entre los 4 Fantásticos y el Doctor Muerte es, en ese sentido, la mejor de esas escenas). Esa sensación la tiene uno durante toda la película y con todos los personajes. Se ven pinceladas de lo que ha hecho popular a este cuarteto de superhéroes durante los últimos 45 años, pero los responsables de la película, en especial ese insulso director que es Tim Story, nunca llegan realmente a entender cómo son y cómo piensan estos personajes.

Y de lo cerca que están a veces el mejor testimonio es el Doctor Muerte, personaje destrozado durante la primera película y buena parte de la segunda, convertido en un niñato rico y caprichoso en lugar de ser el villano extraordinario que nos ha dado el cómic. Sólo al final de esta segunda película se llega a ver al verdadero Doctor Muerte. Pero, como decía antes, las secuencias de acción son tan breves que no da tiempo a saborearlo. No han sabido tratar al personaje y ojalá lo abandonen y pasen página en una hipotética tercera entrega (siempre había soñado con una primera película con el Doctor Muerte, una segunda con Galactus y una tercera con los Skrulls; ¿cumplirán mi sueño, aunque sea dentro de esta desaprovechada saga o habrá que esperar una década a que un nuevo equipo se decida a hacer esto más en serio?).

El verdadero problema de esta saga (y al mismo tiempo, aunque parezca una paradoja, uno de los motivos por los que algunos críticos han recibido con simpatía este producto) es que es de una simpleza y una falta de pretensiones que a veces parecen ofensivas. Ver a Reed Richards, Míster Fantástico, presumir de novia y de ser uno de los tipos más inteligentes del mundo, cuando en realidad en las películas se le ha presentado como un tipo bastante anodino y normal, es para echarse a reír. Ver a Sue Storm, la Mujer Invisible, llorando porque se le arruinado la boda por una minucia como la invasión de un ser extraterrestre que va a devorar la Tierra rompe la imagen de mujer fuerte, sensata y segura de sí misma que durante años ha establecido el cómic. Ver a Ben Grimm, la Cosa, simplemente feliz más allá de la pose que adopta para engañar a sus seres queridos, va en contra de la idiosincrasia del que para mí es el mejor personaje que ha dado nunca el mundo del cómic.

Y lo peor de todo es que visualmente han capturado la esencia de los personajes. Les ves moverse, les ves actuar, en ocasiones les ves hablar y muchas veces utilizar sus poderes (salvo a Mister Fantásticos, no han conseguido efectos visuales que lo consigan) como lo has hecho cientos de veces delante de las viñetas, como habías soñado durante tanto tiempo. La espectacular Jessica Alba es Sue. Chris Evans (sobre todo él, es el personaje más acertado) es Johnny. Ioan Gruffudd es Reed. Y Michael Chicklis es Ben. Son ellos, actúan como ellos. Pero algo falla cuando más cerca están de conseguir lo que el cómic ha establecido durante tantos años. Algo parecido pasaba con Daredevil. Lograron que se viera al personaje en la pantalla, algo que durante años ha sido la asignatura pendiente de las películas basadas en cómics, pero fracasaba en todo lo demás.


La simpleza de la que hablo se refleja en lo que al mismo tiempo es lo mejor de la película: Silver Surfer (para todos los románticos y lectores clásicos de cómic, Estela Plateada; de hecho, tengo la sensación de que al director de la traducción no le ha debido hacer gracia que le impongan este nombre e incluso ha colado en algún momento de la traducción el nombre original en España sin referirse directamente al personaje). Maravillosos efectos especiales para este personaje (que contrastan con lo simples, la palabra que mejor define a esta película, que son otros trucajes) y una personalidad bien encarrilada.

Eso sí, le falta como media hora de película para que esa grandeza inherente al personaje realmente la sintieran los espectadores. Porque es obvio que para contar, como se pretende aunque sea desde un entorno tan simple como éste, la historia más grande del mundo, es necesario más metraje. Dura apenas 90 minutos (toda una rareza en actual cine de palomitas norteamericano, que parecía haberse instalado en las dos horas y media), y así el desarrollo dramático sólo puede ser nulo. Escenas de acción más o menos correctas (alguna muy buena, otras algo decepcionantes), muchos chascarrillos bien encaminados a lo que son los 4 Fantásticos, pero ausencia total de la épica y de la grandeza de su universo.

La mayor traición al cómic, sin duda, es el personaje de Galactus. Ya comenté en este blog los temores de que la rumorología acertara con su apariencia. Y acertó. Galactus, el devorador de mundos, es una nube cósmica (no sé si será las ganas que tenía de verle en realidad, pero juraría que en los efectos visuales han querido jugar con el recuerdo que todos los fans del cómic tenemos de Galactus y se atisba la forma de su casco en las sombras que producen las nubes; habrá que esperar al DVD para confirmarlo). Y no sigo criticando a Galactus, porque me voy a encender y voy a cabar revelando algunas barbaridades que han cometido con el personaje que afectan a la historia y su desenlace...

El fan purista se va a sentir algo traicionado. El cinéfilo que no soporte las películas de acción, directamente engañado con hora y media perdida de su vida. Quien analice con dureza esta película no le va a quedar más remedio que decir que es mala de solemnidad. Pero quien tenga tanto cariño a los personajes como yo, en el fondo se lo va a pasar bien. O quien no espere más que hora y media de un entretenimiento absolutamente vacío. O quien no tenga una película mejor donde meter a los críos. Eso sí, impagable el cameo del creador de los 4 Fantásticos, Stan Lee, el mejor que ha hecho en todas las películas basadas en cómics de Marvel. Un día de estos dedicaré un post a estos cameos, porque ya los espero con más ganas que el clásico de Hitchcock en todas sus películas. Y no dejéis de buscar a estos personajes en el mundo del cómic, que es donde verdaderamente lucen.

viernes, agosto 10, 2007

Tom Cruise, oficial nazi para Bryan Singer

Esta es la primera foto de la próxima película de Tom Cruise, Valkyrie, dirigida por Bryan Singer. Habrá quien prefiera quedarse con las noticias que hablan de la prohibición que ha recibido el equipo para rodar en determinadas localizaciones en Alemania (país donde la iglesia de la ciencieología, a la que tan vinculado está Cruise, está considerada como secta), pero a mí lo que realmente me interesa es el cine, no los cotilleos ni las informaciones rosas. Y el proyecto, desde luego, tiene muy buena pinta y es ya una de las películas más esperadas del próximo año.
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Valkyrie (que en IMDB, la mayor base de datos de cine que existe, ha estado también con otro título de producción, Rubicon) narra la historia del intento de asesinato de Adolf Hitler. La tentativa la dirige un alto oficial nazi, Claus von Stauffenberg (al que interpreta Cruise), que contó con la ayuda de un centenar de personas, todas ellas contrarias al régimen nazi. Hulega decir que el atentado, por medio de una bomba colocada en un maletín (se supone que el que Cruise lleva en la foto) no tuvo el deseado efecto de acabar con la vida del führer.
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La película comenzó a rodarse el pasado mes de julio y tiene su estreno previsto para el 8 de agosto del año próximo (8-8-08, me da que es una fecha que más de uno va a aprovechar por lo emblemático del juego de cifras) El reparto de la película tiene un aspecto espléndido. Junto a Cruise se pueden ver los nombres de Kenneth Branagh (ojalá que definitivamente recuperado para el cine después de unos años oscuros), Bill Nighy (Piratas del Caribe 2 y 3, Diario de un escándalo), Stephen Fry (V de Vendetta) y se rumorea también la participación de Daniel Brühl (Goodbye Lenin, Salvador).
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Bryan Singer abandona por el momento el mundo de los superhéroes, en el que se embarcó en el año 2000. Desde entonces, ha dirigido las dos primeras entregas de X-Men y realizó buena parte de la preproducción de la tercera, proyecto que abandonó para hacerse cargo de Superman returns. Las tres son buenas muestras de la fantasía de acción basada en el mundo del cómic, pero la mejor, sin duda, es X-Men 2. Singer volverá a este mundo, presumiblemente, tras Valkyrie, para hacerse cargo de la secuela de Superman returns, aunque es posible que ese proyecto se retrase si Warner da luz verde antes a La Liga de la Justicia, en la que Brandon Routh también volvería a prestar su rostro al Hombre de Acero.

martes, agosto 07, 2007

Terror clásico

Tengo un buen amigo que es un apasionado del cine de terror. Cada vez que nos vemos, procedemos al intercambio de DVDs. La última remesa de películas que me he traído a casa son una buena muestra del terror que se ha hecho durante décadas. Cuatro clásicos de la Universal, La momia, El hombre invisible, El fantasma de la ópera y La mujer y el monstruo, todas ellas realizadas entre 1932 y 1954 (sólo he podido ver aún la primera en estas calurosas noches de verano que tanto se prestan para explotar el DVD). La noche del cazador, de 1955. La mansión encantada, de 1963. Y La semilla del diablo, rodada en 1968. Esto era terror, y no lo que se hace hoy en día.
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La semilla del diablo (a la que corresponde la foto) es, posiblemente, la película más inquietante que haya visto nunca. Recomendable a todas luces, y cuanto menos se sepa del argumento antes de verla, tanto mejor. El mérito de esta obra maestra de Roman Polanski, la primera que rodó en Estados Unidos, es lograr una atmósfera de terror sin mostrar absolutamente nada y abrió un camino hasta entonces poco explorado en este género. Impresionante actuación de Mia Farrow (prácticamente su primer papel de relevancia, y eso que Roman Polanski no la veía al principio en el papel y se lo quería ofrecer a Jane Fonda) y del resto del reparto. Una joya. Y no me extiendo porque correría el riesgo de destripar detalles.
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La noche del cazador es una película única desde un punto de vista narrativo y visual. Sorprendente como pocas, con un guión extraordinario, un Robert Mitchum brutal (ésta era su película favorita de todas en cuantas intervino, y con razón) y con planos que todavía hoy en día impactan y provocan un escalofrío en la espalda. Fue el único trabajo como director de Charles Laughton, aunque hubo tareas que conlleva la silla de realizador que no quiso hacer. Odiaba a los niños, y apenas ejercía como director con ellos, lo que obligó al propio Mitchum a darles indicaciones muy a menudo. Probablemente, éste fuera el primer psicópata moderno que se veía en el mundo del cine (cinco años antes de Psicosis), al menos bajo una figura tan inquietante. Y además era un predicador...
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La mansión encantada es una de esas películas que se ven con mucho cariño más de medio siglo después de que fueran realizadas. Los medios técnicos permitían pocas libertades a sus creadores y eso les da aún más mérito, aunque el espectador de hoy por lo general no lo sepa apreciar e incluso se ría de estas cintas. Su director fue Robert Wise, responsable de títulos tan diversos como la inimitable West Side Story o de la primera adaptación cinematográfica de Star Trek. Para comparar el cine clásico y el moderno de terror, qué mejor que ver esta película y su nefasto remake de 1999... Por cierto, aunque los interiores son decorados, la casa en realidad existe.
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La momia tiene un elemento que, por sí solo, ya me atrae para ver una película: Boris Karloff, junto a Bela Lugosi el rostro del horror en aquellas lejanas películas en blanco y negro. Un año antes había realizado su mítica recreación del monstruo de Frankenstein y con esta película buscaba ampliar su galería de terror dentro de la Universal, el estudio por excelencia de este género entre los años 30 y 50 del pasado siglo. Su mirada, única y mágica, le hacía perfecto para interpretar a Imhotep. La película tiene una estructura tremendamente similar al Dracula dirigido por Tod Browning e interpretado por Lugosi. Si Karloff levantara la cabeza y viera a Brendan Fraser gritar a la momia de 1999...
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¿Cine de terror? El clásico, sin duda. El moderno se sabe truquitos para hacernos saltar de la butaca, subiendo la música, con un giro brusco de cámara, o con casquería a mansalva. Pero el terror de verdad se vio en el cine hace años, hace muchos años.

domingo, agosto 05, 2007

'Next', ciencia ficción más propia de los 80

Que una película esté basada en un relato de Philip K. Dick, el responsable de las historias que dieron pie a clásicos como Blade Runner, Desafío total o Minority Report es para mí motivo más que suficiente para pagar una entrada y entrar en una sala. Next cuenta con ese aspecto positivo de partida. Había leído algunos comentarios de espectadores americanos que ponían bien a la película en cuestión, sin grandes alardes pero bien, aunque la crítica no ha sido demasiado benevolente con ella y eso había enfriado un poco mi ánimo. Y después de verla, creo que la razón de esa falta de aprecio es que Next no es una película del siglo XXI, sino que es la clásica película de ciencia ficción que tendría que haber visto la luz en los años 80.

Porque Next no tiene grandiosos efectos especiales. No tiene esas escenas de acción y persecución con las que te quedas con la boca abierta. No busca el más difícil todavía ni el plano que nadie había conseguido hacer hasta ahora. No tiene un final incomprensible a lo Matrix Reloaded que hace tambalear todo lo que has visto hasta ese momento. No tiene nada de eso. Pero es una película modesta, de poco más de 90 minutos de duración, que tiene una historia realmente simpática y entretenida y un final que supone un auténtico soplo de aire fresco en el cargado cine de acción y ciencia ficción actual. Por supuesto, como siempre, no lo pienso desvelar, pero espero que lo veáis y que coincidáis conmigo en que no es lo más habitual para este género...

Tiene mérito que una película me guste teniendo como protagonista a un Nicolas Cage que cada vez me dice menos cosas en la pantalla. Nunca le veo cambiar de registro. Da igual el personaje que interprete. Siempre es Nicolas Cage, por encima de lo que ponga un guión u otro. A quien sí da gusto ver es a Julianne Moore, que últimamente no me había convencido demasiado en algunas películas (lo de Misteriosa obsesión, si alguien ha tenido la mala suerte de verla, es una broma de mal gusto...). Y quien también da gusto ver, aunque me temo que no por motivos cinematográficos, es a Jessica Biel. No me parece mala actriz, ojo, me gustó en El ilusionista, pero aquí es más florero que otra cosa.

Dirige Lee Tamahori, a quien ya le había visto desenvolverse en una cinta de acción grandilocuente, Muere otro día, y que ahora le veo manejarse en un escenario mucho más modesto. Lo mejor que se puede decir que es que dirige de una forma muy asequible para el espectador, que se sigue sin problema lo que muestra con la cámara (a diferencia de otros gurús de este tipo de cine, y es obvio que estoy hablando de Michael Bay; no hay quien me quite de la cabeza lo que Transformers podría haber sido en otras manos...). Y sobre todo destaca la escena inicial en el casino. No revelo más, que merece la pena verla.

No es una obra maestra, ni de lejos, pero me ha parecido una película altamente recomendable para todo aquel que quiera huir, aunque sólo sea un rato, del salvaje e imposible cine actual de ciencia ficción. Una buena idea es el mejor modo de hacer una película de este género. Y Next, insisto, es una buena idea más propia del cine de los 80 que del siglo XXI. Añorados años 80, por cierto, en los que la fantasía y la imaginación alcanzaron cotas que no se han vuelto a superar...

sábado, agosto 04, 2007

Sobre el cine español

Ayer tocó tertulia cinematográfica y uno de los temas que salió es el cine español. Sabe quien me conoce que no soy un especial entusiasta del séptimo arte que se hace en nuestro país. Creo que hay apenas un par de directores geniales e interesantes y, muy de vez en cuando, alguna que otra película interesante. Sé que no es bueno generalizar, pero es lo mejor que puedo decir para que nos entendamos. Y hablando de este tema me acordé de un texto que publicó Javier Marías en El Semanal allá por noviembre de 2002. C0incido plenamente con él. Para su lectura y, si queréis, reflexión, ahí os dejo el texto íntero de Marías:

"Vaya por delante esta declaración de dudas: cuantas más cosas actuales me parecen idiotas o incompetentes, más a menudo me pregunto si no seré yo el verdadero incompetente e idiota y el que nada entiende. Me ocurre esto mucho con el cine español. A las salas acudo poco, por falta de tiempo. Pero suelo leer las informaciones sobre rodajes y algunas críticas, y a tenor de todo ello deduzco que en nuestro país se forjan, desde hace algunos años, obras maestras en cadena o en serie. No se me escapa que hay un descarado proteccionismo hacia la industria cinematográfica patria, tanto por parte de las autoridades gubernamentales, autonómicas y televisivas cuando por parte de la prensa en pleno y de la crítica al completo. Ya quisiéramos los escritores tanto oxígeno e incienso para el sector del libro, que se las apaña como puede, sin ayudas ni subvenciones y con más de una zancadilla ministerial. Pero en fin, cree uno que pese a todo ese proteccionismo generalizado, un mínimo de verdad le sería debido al público, a los espectadores, y no parece el caso.

Ya digo, voy poco a las salas, de tal manera que veo las películas de mis compatriotas, casi siempre, unos nueve o doce meses después de sus estrenos, cuando las ponen en televisión por vez primera. Y con frecuencia las veo involutariamente, quiero decir que me sucede esto: una noche zapeo; en un canal de pago me encuentro con caras bien conocidas de nuestro cine y me quedo a mirar un rato, sin saber normalmente de qué cinta se trata. Al cabo de veinte o treinta minutos, estoy espantado o hastiado; pero qué malo es esto, pienso; o qué soporífero; o qué mal actúan todos estos actores; o qué diálogos pésimos o ridículos o inverosímiles; o qué trillado todo; o qué estúpido; o qué pretencioso; o qué chorras; o menuda gilipollez es ésta (ya saben, ante el televisor uno opina en silencio muy libre y malhabladamente). Entonces me pregunto, por fin, qué diablos será lo que veo y consulto la programación para enterarme. Y a menudo descubro que, lejos de ser alguna película desconocida y desdichada, una de esas que ni siquiera logró estrenarse -como había imaginado-, resultan ser las mismísimas obras maestras que un año atrás llenaron páginas y páginas en los periódicos y minutos y minutos en las televisiones y radios, sobre las que se nos hizo saber cómo fueron concebidas, ideadas, planeadas, escritas y realizadas, y en qué consistió la aportación de todos y cada uno de los que participaron en ellas, así como su historia, su prehistoria y su protohistoria, como si tuvieran la importancia social y artística, digamos de Lo que el viento se llevó o El acorazado Potemkin. Se trata de aquellas mismas películas que los críticos, con extraña y sospechosa unanimidad (parecen todos firmantes de un pacto), cada vez celebraron como algo glorioso y extraordinario, una cumbre, una cima, un pináculo y un pico. Y las que cosecharon infinidad de premios en forma de conchas, espigas, goyas, palmas, laureles y láudanos.

Y claro, uno, que se ha sentado ante el televisor con la película ya empezada, que ignoraba qué estaba viendo y por tanto se enfrentaba a las imágenes totalmente desprejuiciado, sin apriorismos, sin simpatías ni empatías previas hacia los responsables de cada invento, se queda muchas veces anonadado (no todas, no todas). Así que esto es aquella maravilla de la que tanto hablaron, piensa estupefacto. No, no puede ser cierto. Va y comprueba, mira las fichas artística y técnica y sí, sí, coinciden los actores y el resumen del argumento con lo que uno ha contemplado, que a menudo le parece un bodrio sin paliativos. Y entonces no tiene más remedio que preguntarse si no es uno mismo el imbécil y el incapacitado para apreciar el arte como es debido.

Ahora me he animado a ir dos veces a las salas. Una, por culpa de mi vecino Arturo, con cuyos juicios suelo coincidir bastante y que nos instó aquí a todos a abandonar cualquier actividad o tarea y correr a ver Los lunes al sol, saludada además como progresista portento por todo el mundo. Así que uno va lleno de ilusión, y en su estupidez ya crónica encuentra soporífero el tal portento y en modo alguno solidario con los parados, sino que cree, por el contrario, que deja a éstos por los suelos y que parece inspirado por empresarios pijos y por los responsables del decretazo, ya que estos parados no hacen más que vaguear y beber y apenas sí buscan empleo, como sostienen que ocurre en la realidad Aznar y su cuadrilla. Y acude uno a ver El caballero Don Quijote, por aquello de Cervantes y porque los críticos la ensalzan sin la menor reserva; y en su ignorancia uno la encuentra igualmente soporífera y larga, y solemne, y hueca, y de lo menos cervantino que se haya visto en la pantalla. Así que se vuelve a casa sumamente preocupado, y con dos opciones: una es preocuparse por la salud mental de sus compatriotas; la otra, por la suya propia. Y como es más aconsejable y fácil dudar de uno mismo que de muchos otros juntos, se jura no ver ya más cine español para no sentirse un desequilibrado, y se pone en el vídeo El hombre que mató a Liberty Valance de Ford o El gran dictador de Chaplin o Anatomía de un asesinato de Preminger, con las que al menos se siente sano y cuerdo y salvo".

jueves, agosto 02, 2007

Christopher Reeve ES Superman

La serie Smalville homenajeó a Christopher Reeve colocando en uno de sus capítulos la siguiente dedicatoria: "Nos hizo creer que un hombre podía volar". Pocas veces he leído una frase tan acertada. El eslogan de la primera película de Superman, allá por 1978, era "Creerás que un hombre puede volar". Pero fue él, Christopher Reeve, quien nos lo hizo creer. Quien nos hizo realidad el sueño de ver a Superman volando en la pantalla. Daba igual que las películas fueran buenas o malas (la primera muy buena, la segunda notable, la tercera pasable y la cuarta abiertamente mala). Él era Superman y eso basta para que todavía hoy se vean con agrado estas películas.

Christopher Reeve nunca fue en realidad un gran actor. Y nunca tuvo mucho ojo para escoger papeles. Su nombre estuvo relacionado con proyectos que van desde Fuego en el cuerpo hasta Tras el corazón verde, pasando por Desafío total o Hannibal. O los rechazó o no los consiguió. Pero consiguió, desde el principio, el respeto de sus colegas de profesión. Y el del resto del mundo sobre todo a partir de 1995, cuando sufrió un grave accidente montando a caballo y quedó postrado para el resto de su vida en una silla de ruedas. Nunca se rindió y trabajó muchísimo por los demás y también para volver a andar. Nunca lo conseguió Murió el 10 de octubre de 2004. Y dejó un gran legado, la Fundación Christopher y Dana Reeve, que trabaja para que los avances en la lucha contra la parálisis puedan devolver a muchas personas la capacidad de andar.

En vida dejó numerosas frases de lo que significó para él interpretar a Superman, frases que se pueden extrapolar perfectamente a la lucha en la que vivió sus últimos años. "Lo que hace a Superman un héroe no es que tenga poder, sino la sabiduría y la madurez para usar ese poder correctamente. Desde un punto de vista intepretativo, así es como me aproximé al personaje". "Un héroe es un individuo normal que encuentra la fuerza para perseverar y superar los obstáculos". "He visto de primera mano cómo Superman transforma la vida de las personas. He visto a niños con tumores cerebrales cuya última petición es hablar conmigo y que se han ido a la tumba con la paz que les dio saber que su creencia en este personaje estaba intacta". "Muchos de nuestros sueños al principio parecen imposibles, después son improbables y después, cuando reunimos la determinación necesaria, pronto se convierten en inevitables".

Brandon Routh se convirtió en Superman para el Superman returns de Bryan Singer. Volverá a serlo, casi con toda seguridad, en la película que se está preparando sobre La Liga de la Justicia y también casi seguro en una secuela dedicada en solitario al Hombre de Acero. No importa cuántos actores se metan en la piel de Superman ni lo bien que lo puedan llegar a hacer. Christopher Reeve ES Superman y siempre lo será.